En Japón, una de las cunas mundiales del judo, este arte marcial trasciende lo puramente deportivo para convertirse en una religión, en casi una filosofía de vida. Qué mejor destino que el país nipón para empaparse de las esencias y de la devoción por esta modalidad antes de afrontar los próximos desafíos. Durante casi dos semanas, desde el lunes 8 hasta el viernes 19 de abril, una delegación de la Federación Valenciana formada por 13 componentes (12 deportistas y el ReFERente Sugoi Uriarte, quien ejerció como coordinador de la expedición) ha estado presente en la ciudad de Kofu. En concreto, en la Universidad de Yamanashi, “una de la más célebres de Japón, y que más y mejor cuida el judo de base”, explica Sugoi. Entre los 12 judocas que se han desplazado al país del sol naciente, figuraban cuatro integrantes del Proyecto FER: Ana Pérez Box, Mireia Rodríguez, Laura Torregrosa y Pedro Gómez Llorens.
“Ha sido una muy buena experiencia. Durante casi dos semanas, hemos estado en contacto permanente con casi 150 judocas japoneses (unas 50 chicas y unos 100 chicos), con edades comprendidas entre los 18 y los 22 años. Todos y todas de excelente nivel. Los 4 deportistas del Proyecto FER y el resto de la expedición han respondido muy bien a una alta carga de entrenamiento. Además, han visto de primera mano la técnica de combate, muy depurada y casi exquisita, de los japoneses. En resumen, aunque el viaje es largo y 12 días fuera de casa se puede hacer pesado, pensamos que es conveniente sacrificar la disputa de ciertas competiciones y apostar por este tipo de experiencias, que son muy enriquecedoras” señala Sugoi Uriarte, ReFERente del Proyecto FER.
Seguro que la estancia en Japón habrá sido especialmente simbólica y emotiva para Ana Pérez Box. La judoca alicantina va camino de volver al país asiático en el verano de 2020; esta vez, no de concentración, sino para participar en sus primeros Juegos Olímpicos. “La verdad es que han sido dos semanas muy fructíferas. El estar en Japón, el nivel de los entrenamientos, el comportamiento ejemplar y modélico de todos los chicos y chicas niponas con las que hemos compartido la concentración, el trato que hemos recibido en la Universidad… Todo ha sido perfecto”, expresa la deportista alicantina. Una gran experiencia para Ana, quien, en los próximos meses, afronta dos nuevas competiciones para reforzar, más si cabe, su, ya de por sí, sólida candidatura olímpica: a mitad de mayo, afrontará el Grand Slam de Bakú; y a finales de junio, estará presente en el Campeonato de Europa de Minsk. Si es capaz de ascender a un nuevo podio, la presencia en Tokio 2020 será casi una realidad.
Mientras, también los jóvenes Mireia Rodríguez, Laura Torregrosa y Pedro Gómez Llorens también han extraído grandes conclusiones y aprendizajes de este desplazamiento a Japón. Mireia, por ejemplo, se queda “con la experiencia personal vivida y con la gran calidad de los entrenamientos realizados. Es como un clinic acelerado”, comenta la deportista de Castalla. Precisamente, tanto Mireia como Pedro afrontan dentro de tres semanas la Copa de Europa junior de Málaga, un nuevo examen en su difícil curso 2019. Los obligados cambios de peso (menos 48 kg para ella, menos 60 kg para él) requieren paciencia, tiempo y adaptación. Sus primeras competiciones internacionales han sido un baño de realismo. No obstante, y aunque el sueño de disputar los Campeonatos del Mundo y de Europa se complica por momentos, hay ganas, ilusión y ambición de sobra. Y tras su paso por Japón, más todavía. Toda una transfusión de optimismo y motivación.