Ni en sus mejores sueños Vega Gimeno jamás hubiese imaginado un epílogo así para su brillante carrera como jugadora de baloncesto. Su retirada como jugadora profesional es más propia del guion de una película. Si hace unos meses la obtención del billete olímpico ya resultó apoteósica (llegó gracias a una canasta de espaldas en el último segundo del partido clave del Preolímpico), ahora, ya en París, un torneo más que brillante y, sobre todo, una carambola mágica en la jornada final de la fase de grupos, han permitido a Vega y a sus compañeras de la selección de baloncesto 3×3 clasificarse para las semifinales. Esta tarde, por tanto, lucharán por medalla.
Cuatro son las jugadoras que integran la selección española de baloncesto 3×3. De las cuatro, dos (es decir, el 50%) son de la Comunitat Valenciana. Además, ejercen el liderazgo. Marcan la pauta. No sólo por su edad y experiencia. También, por su carácter y su personalidad. Vega Gimeno, de 33 años, y Sandra Ygueravide, de 39, han conducido al combinado nacional de 3×3 a las semifinales del torneo olímpico. Ellas son el corazón y el cerebro, el alma y la cabeza, de un equipo que ha firmado un estreno de ensueño en unos Juegos. Llegar y besar el santo.
Esta tarde, a las 17:30, Vega (deportista del Proyecto FER), Sandra y sus otras dos compañeras, la vasca Gracia Suárez de Armiño y la balear Juana Camilion, se enfrentan a Estados Unidos por una plaza en la final, prevista para el turno de noche. Al igual que ocurre desde el pasado martes, día en que arrancó el baloncesto 3×3, una senyera valenciana será muy visible en la Plaza de la Concordia, sede de los deportes urbanos durante estos Juegos de París 2024. La senyera ha llegado a Francia con los familiares de las jugadoras valencianas. Si esta noche Vega Gimeno y Sandra Ygueravide se cuelgan un metal, la bandera de la Comunitat Valenciana lucirá más brillante y orgullosa que nunca. Sacará pecho.
De los siete partidos que han integrado la fase de grupos, España ha ganado cuatro y perdido tres. Una de las derrotas llegó contra Estados Unidos, el rival en la semifinal de esta tarde. Hoy, por tanto, toca revancha. Como es habitual en todos y cada uno de los encuentros de 3×3, la emoción y la igualdad están aseguradas. Raro es el enfrentamiento que se desarrolla con desequilibrio en el marcador y que llega sentenciado a los últimos segundos. Lo normal es que cada choque sea una montaña rusa de emociones. Un vaivén de sensaciones. Porque en este deporte no hay tregua. No hay respiro. Frenesí en estado puro. Es más, se juega con música discotequera que suena a todo volumen por los altavoces del escenario. Es otro concepto. Alejado de los convencionalismos. Y las gradas, siempre repletas, por supuesto.
“Estamos tan emocionadas como sorprendidas”, comentan Vega Gimeno y Sandra Ygueravide. “Tras perder frente a Alemania en el último partido de la liguilla, nos hacíamos a la idea de que jugaríamos el cruce de repesca para las semifinales, pero mira por dónde, los otros dos resultados nos favorecieron y pasamos. Fue una combinación mágica. Estamos en una nube. Vamos a luchar por medalla en nuestros primeros Juegos. No podemos pedir más. Y estamos convencidas de que la vamos a conseguir. Nuestro rendimiento durante toda esta semana nos permite ser muy optimistas”, añadían las jugadoras valencianas. De las dos, Vega Gimeno forma parte del Proyecto FER, programa de apoyo a deportistas de la Comunitat Valenciana sufragado por Juan Roig a través de la Fundación Trinidad Alfonso.
Situada entre los Campos Elíseos y los Jardines de las Tullerías, la Plaza de la Concordia es una de las más icónicas de París. Durante estos días de Juegos Olímpicos, este bello y pacífico enclave de la capital francesa ha cambiado su fisonomía y sus biorritmos. Se ha revolucionado. Una multitud desbordante se acerca cada día a explorar modalidades tan desconocidas y modernas como el skateboard, el BMX freestyle, el breakdance o el baloncesto 3×3. Y entre las riadas de gente, una senyera. Hoy, espera sacar pecho. Vega y Sandra, Sandra y Vega están deseosas de mostrarla al mundo.