Es una constante. Cada año, el Proyecto FER incorpora a su oferta nuevos deportes. En 2019, fue el bádminton. En 2020, el baloncesto 3×3 y la natación artística. Y en 2021, las novedades han sido el patinaje de velocidad sobre hielo y la hípica. Sus pioneras, respectivamente, Sara Cabrera y Roser Serrano. La primera de ellas, Sara (20 años, Valencia), encadenó seis temporadas consecutivas de grandes resultados en el patinaje de velocidad sobre ruedas, una inercia que le llevó a ser incluida, en 2019, en el equipo nacional de la Federación Española de Deportes de hielo. “La adaptación a ruedas de hielo fue bastante rápida. En tan sólo tres meses, conseguí las marcas mínimas para competir en el Campeonato del Mundo junior de 2020, en el que obtuve una meritoria 17ª plaza”, recuerda Sara, quien pasa casi medio año, desde septiembre hasta marzo, fuera de España ante la ausencia de instalaciones en el territorio nacional. De hecho, ahora, se encuentra en Inzell, Alemania. “Este peaje es, sin duda, lo que peor llevo”, señala Sara.
En el patinaje de velocidad sobre hielo, existen seis pruebas olímpicas: 500m, 1000, 1.500m, 3.000m, 5.000m y mass start. Sara se ha especializado en las pruebas cortas y explosivas, los 500m y los 1.000m. “Son distancias espectaculares y que ofrecen una sensación de pura adrenalina, de vértigo”, explica. Desde 2021, la deportista valenciana se encuentra en la categoría ‘neosenior’, “lo que equivaldría a la sub-23 en el atletismo. Esta etapa dura cuatro años, pero prácticamente ya me puedo considerar como absoluta. Para competir en las Copas del Mundo absolutas, hay que lograr una determinada marca mínima. Y para conseguir el billete a los Juegos Olímpicos de invierno, es necesario correr las Copas del Mundo, eventos en los que se establece el ranking del que salen los clasificados para los Juegos. Mi gran sueño es ser olímpica. Mi ciclo ideal es el 2022-2026 para alcanzar los Juegos de Milán en 2026”, recuerda Sara.
Para la patinadora valenciana, ahora llega el momento de la verdad. A finales de noviembre, empezará a disputar las Copas del Mundo sub-23. En concreto, dos. Ambas, en Alemania. Y también, antes de que acabe el año, competirá en el Campeonato de España absoluto, evento que, con casi total seguridad, también se desarrollará en el país germánico. “Mis objetivos son, por una parte, ser campeona de España; por otra, en las Copas del Mundo sub-23, obtener los resultados que me permitan dar el salto a las Copas del Mundo absolutas”. Para ello, tendrá que mejorar uno de sus puntos débiles, “la técnica. Tampoco llevo tanto tiempo haciendo hielo. Poco más de dos años. No tengo del todo controlada la técnica de ruedas”, comenta una Sara que se define como “constante y perfeccionista”, y que se relaja “haciendo repostería y saliendo a hacer rutas con mi bicicleta”.
Por su parte, Roser Serrano es natural de Burjassot. Nació en agosto de 2002 y se inició en el mundo de la hípica a los 8 años. “Lo que más me gusta de mi deporte es que se desarrolla al aire libre, y con un animal tan bello, elegante y noble como el caballo. Eso sí, al caballo, en cualquier momento le puede pasar algo. Es un ser vivo y, como las personas, también puede tener días malos. Es decir, en la equitación, el caballo y el jinete formamos un equipo. Y los dos componentes han de estar en perfectas condiciones y totalmente sincronizados para lograr buenos resultados”, cuenta la nueva deportista FER.
Roser practica la doma clásica, una de las tres modalidades olímpicas de la hípica y en la que se proclamó campeona de España juvenil el pasado año. Se entrena en Náquera. Señala que uno de los grandes retos a los que se enfrenta en su día a día es evitar que el caballo “se rebele. Desde bien pequeño, hay que educarlo, domarlo, enseñarle que somos amigos, y demostrarle que no le vamos a hacer daño, sino todo lo contrario. La longevidad de un caballo depende de cómo se le cuide, pero suelen estar en aptas condiciones para competir hasta que alcanzan los 20 años”, explica Roser, quien añade: “Cada jinete elige a su caballo. En mi caso, lo hice con la ayuda de mi entrenador. Antes de seleccionarlo, lo pruebas durante un tiempo para comprobar si hay compenetración. El mío es de Alemania. De hecho, viajé hasta el país germánico para conocerlo y probarlo. Su nombre es Babalú de Adama de Sausa”, aclara la joven deportista de Burjassot.
En 2021, Roser Serrano se incorporó a la categoría de jóvenes jinetes, etapa que abarca tres años. Para su desgracia, no pudo brillar en el Campeonato de España por mal comportamiento de su caballo. Como deportista, afirma que controla bien los nervios, “lo cual es muy importante en la hípica. Además, soy muy competitiva. Mi punto débil, por contra, es que soy demasiado exigente conmigo misma. Me enfado mucho cuando no me salen las cosas a la primera”, señala. Aficionada a otras modalidades como la gimnasia rítmica y el patinaje artístico, señala a Juan Matute o Diego Jurado como algunos de sus ídolos. Por último, expresa un deseo: “En España, la hípica es un deporte desconocido. Ojalá se trabajara desde la base con escuelas municipales que lo impartiesen, porque es muy bonito”.