Todavía falta un largo camino para cerrar este oscuro y triste paréntesis abierto desde principios de marzo. Aún han de superarse obstáculos y limitaciones para recuperar la deseada normalidad. Pero cuanto menos, Raúl Martínez, el taekwondista más ilustre del Proyecto FER, ya ha regresado a su habitual lugar de entrenamiento, el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Aunque parte de esta instalación estaba abierta y operativa desde mediados de mayo, Martínez no podía retornar a la capital de España hasta que no se le diera una solución para el alojamiento. “Nada más empezar el mes de junio, nos llamaron desde la Federación para decirnos que ya podíamos volver a Madrid y que pernoctaríamos en una residencia relativamente cercana al CAR. Dormimos cinco noches, desde el 3 de junio, en esas dependencias. A partir del lunes 8 de junio, ya podemos pernoctar en la residencia del CAR”, señala el deportista ilicitano.
Como tantos otros deportistas, Raúl se vio obligado a abandonar Madrid, de forma precipitada y abrupta, el 10 de marzo, al principio de la pandemia del covid-19. Junto con su pareja, también taekwondista, se confinó en Figueres, Girona. Tuvo que reinventarse, que tirar de ingenio e imaginación, para desarrollar unos determinados entrenamientos y mantener una cierta forma física. El taekwondista FER empezó a ver la luz en la última semana de mayo, momento en que pudo regresar a Elche, a ejercitarse en el club Jayán, entidad deportiva regentada por sus padres. “Nada más pisar el tapiz, confirmé lo que ya me temía. Había perdido bastante ritmo, agilidad, musculación… las sensaciones eran extrañas. Nada que no me esperara tras encadenar semanas y semanas sin entrenamientos óptimos”, comenta el deportista ilicitano, clasificado para los Juegos Olímpicos de Tokio en el mes de diciembre de 2019.
Para Raúl, el regreso a los tapices del CAR de Madrid le generó una “tremenda ilusión. El reencuentro con mis compañeros, con las instalaciones en las que tanto he sufrido, trabajado y disfrutado, me supuso unas fuertes emociones. Me remontó a mi primer día en Madrid, en el ya lejano 2008”, señala el componente del Proyecto FER. Con respecto a su día a día, Raúl Martínez explica que el trabajo físico en el gimnasio es prácticamente idéntico al de siempre. “Eso sí, con grupos reducidos, por turnos, y con la obligación de desinfectar todo los que tocamos y utilizamos”, matiza. “Además, tenemos que cambiarnos a pie de tapiz, porque los vestuarios están cerrados”, añade.
No obstante, el principal cambio de este nuevo escenario reside en “la imposibilidad del combate directo, del uno contra uno. Y ya veremos cuando podemos retomar esta faceta tan esencial para nosotros. De momento, tenemos que conformarnos con dar patadas a muñecos”, indica Raúl, quien fija “en dos meses” el periodo estimado para recuperar su mejor nivel.
El taekwondista FER, además, no quiere “ni oír hablar sobre el futuro de los Juegos Olímpicos de Tokio. Con lo que me costó clasificarme y con la tremenda ilusión que tengo, no pienso en otro escenario que no sea el de su celebración el próximo verano. No obstante, no soy ajeno a las dudas existentes”, señala el deportista ilicitano, deseoso de saber cuándo volverán las competiciones. “Lo peor es la incertidumbre”, concluye.