Como ocurre tras unos Juegos Olímpicos, muchos deportistas se sumergen en un proceso de reflexión. En una etapa de introspección. Toca hacer balance, pero también, tomar decisiones de cara al futuro más inmediato. Seguir un ciclo más o poner el punto final. Ésa es la cuestión. En esta fase, ha estado inmerso Raúl Martínez casi desde el mismo momento en que cayó, ante el croata Toni Kanaet, en el primer combate dirimido en Tokio. Tras la lógica decepción, llegaba el momento de la meditación. Con calma, sin prisa. Y tras sopesar pros y contras, tras analizarlo todo de forma detallada, el taekwondista ilicitano, de 30 años, ha optado por seguir.
Quizás, lo que ocurra en el año 2022, curso que, excepcionalmente, ofrece un Campeonato del Mundo (en abril, en China) y un Campeonato de Europa (en mayo, en Manchester) será determinante a la hora de intentar llegar a París o apretar el botón del stop. De momento, Raúl ya ha retomado las competiciones. Hace pocos días, sus molestias en la rodilla izquierda, uno de sus principales quebraderos de cabeza en la actualidad, le dieron una tregua. El regreso no pudo ser más exitoso: medalla de oro en el Open de París.
Una gran alegría. Primero, por volver a competir, por reencontrarme con el tapiz, mi hábitat natural. Y después, porque experimenté muy buenas sensaciones. Me encontré muy cómodo. Como si no hubiera tenido vacaciones, como si no hubiera existido este paréntesis de casi cuatro meses, como si no hubiese pasado un tiempo considerable desde mi última comparecencia, la de Tokio.
Sí. Fue algo ocasional. Me iba a ser imposible dar el peso en mi categoría habitual y optamos por inscribirnos en la superior. Ello propició un hecho tan curioso como histórico. En semifinales, me enfrenté a mi compañero y amigo Dani Ros. Nunca nos habíamos medido en un torneo oficial. Intentamos darle la mayor naturalidad posible a un escenario inédito. Estamos acostumbrados a darnos patadas en los entrenamientos. Es lo que hicimos el sábado. Y que ganara el mejor (el combate lo ganó Raúl en el punto de oro tras mucha igualdad).
Sí. Esa página está totalmente superada. Fue una decepción, cierto, pero soy un deportista que ni me recreo en las victorias ni me flagelo con las derrotas. Por otra parte, no creo que esa mayor trascendencia de unos Juegos me perjudicara. Disfruté de la experiencia. No me puse nervioso. Dormí con normalidad la noche anterior. Me levanté con optimismo. Estaba convencido de que podía ser un día inolvidable… Sólo ocurrió que el combate no salió, nada más.
Tengo decidido, como siempre he hecho, céntrame en el presente, ir torneo a torneo, temporada a temporada. Es cierto que 2022 es especial porque nunca coinciden en un mismo curso un Mundial y un Europeo. En 2022, ocurre porque aún estamos arrastrando los efectos que la pandemia ha tenido en el calendario. De todas maneras, vamos a ver qué ocurre con el Campeonato del Mundo, previsto para abril en China. Ojalá se pueda disputar. Dicho esto, según se vayan desarrollando los acontecimientos y según nos encontremos, tomaremos una decisión u otra.
Por supuesto, si he decidido continuar, es porque el objetivo final es llegar a los Juegos de París. Ahora mismo, sigo sin plantearme la retirada. Pese a mis 30 años, conservo ganas, ilusión y motivación. Sigo disfrutando con el taekwondo. No siento que haya llegado el final. Mientras las lesiones y la salud me respeten (a veces, no lo hacen y, por ello, hemos de ser más selectivos a la hora de competir), creo que todavía tengo mucho que decir. Pero repito, paso a paso.