Hace apenas un año, Raúl Martínez hacía gala de un optimismo que no todos compartían. No se cuestionaba su capacidad y su talento. Las dudas procedían de las extremas dificultades que ofrecía la clasificación directa para los Juegos de Tokio. En cada categoría de peso, sólo los 6 primeros del ranking olímpico obtienen el pasaporte de forma automática. Es decir, el ansiado billete estaba, y sigue estando, carísimo. No obstante, el taekwondista ilicitano se aferraba a su discurso. Transmitía confianza y seguridad. Repetía su convicción de encontrarse en el buen camino. En realidad, sus buenas vibraciones estaban justificadas. Raúl había alcanzado una regularidad admirable. Una fiabilidad encomiable. En 2017, acumuló cuatro podios internacionales. En 2018, la cifra de metales en eventos de cierto o alto nivel se incrementó hasta las 7. En 2019, ya se ha colgado 6 medallas. La más importante y prestigiosa, la última, una plata en el Grand Prix de Roma, a principios del mes de junio. Un premio, el mismo que el año pasado en la capital italiana, que le ha situado a las puertas de Tokio 2020.
En apenas 5 meses, a finales de este año 2019, se cerrará el proceso de clasificación directa para los Juegos Olímpicos de 2020. En diciembre, se conocerán a los 6 mejores de cada categoría de peso. Raúl (menos 80 kg) lo tiene en la mano. Todavía no es definitivo, pero el deportista ilicitano lo roza. Lo vislumbra. Es cuarto, aunque la distancia que mantiene con respecto a sus perseguidores no es insalvable para algunos de ellos. “Sé que estoy muy cerca. Si hace un tiempo, me hubieran propuesto este escenario, lo hubiera firmado. Pero hay que ser cautos. De la misma forma que hace un año era yo quien me mostraba más optimista frente a los más escépticos, ahora soy yo el que he de apelar a la prudencia. En todo caso, por encima de los puntos que faltan, de las sumas y restas, y de las posibles combinaciones numéricas, lo que más me alegra es comprobar que soy competitivo y regular. Ganar en Roma al campeón olímpico en Río, y tutear al actual número 1 del ranking olímpico y ponerlo contra las cuerdas es, para mí, lo más relevante”, señala Raúl.
El deportista FER no sólo es fiable y sobrio sobre el tapiz. A sus 28 años, ha alcanzado una gran madurez mental. Personalidad. En mayo, sufrió una ligera decepción. No pudo lograr uno de sus principales objetivos de esta temporada: romper el maleficio en Campeonatos de Europa y del Mundo, y ascender al podio del Mundial de este curso. En Manchester, Raúl acabó quinto tras caer en los cuartos de final. Pero ni dolor ni lamentos. Sólo tres semanas más tarde, irrumpía de nuevo con la medalla de plata de Roma. “Conseguir medallas no es una ciencia exacta. Vienen cuando vienen. Además, los podios de los Grand Prix (como el oro de Manchester o las 2 platas de Roma) también tienen mucho mérito. Yo, en todo caso, prefiero centrarme en el trabajo del día a día, el que me ha llevado a la cuarta plaza del ranking. Estoy más arriba que nunca. Es decir, estoy en el mejor momento de mi carrera”, señala el deportista ilicitano.
Al taekwondista le quedan por disputar cuatro grandes competiciones. Del 13 al 15 de septiembre, afrontará el Grand Prix de Japón. Un mes más tarde, del 18 al 20 de octubre, estará presente en el Grand Prix de Bulgaria. A principios de noviembre, del 1 al 3, comparecerá en un evento de reciente creación este mismo año, el Campeonato de Europa de clases olímpicas. Por último, del 6 al 8 de diciembre, disputará el Grand Prix de Moscú, el último Grand Prix del año y certamen que puntúa doble. Éste es el camino que el deportista FER va a recorrer durante los últimos cuatro meses del año. Si todo va bien, Raúl podrá celebrar en la capital rusa su clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Si lo consigue, demostrará que su optimismo estaba más que justificado.