Tensiones liberadas. Temores aplacados. El primer paso ya está dado. Y se tradujo en un arranque firme, sólido y convincente. Abrir el fuego en una gran competición internacional nunca es un trago fácil. Jamás es un trámite. No sólo genera un cosquilleo especial. Además, entraña riesgos, suscita miedos y despierta dudas. Y, si ese torneo representa el debut en unos Juegos Olímpicos, provoca, si cabe, una mayor responsabilidad. Quique Llopis Doménech (Bellreguard, 23 años) se estrenó ayer en París 2024. Disputó la primera serie clasificatoria de los 110m vallas. Ocupó la segunda plaza con un crono de 13:28. Sólo fue superado por el japonés Rachid Muratake (13:22). Es decir, se clasificó para las semifinales del próximo miércoles con suficiencia. En el global de esta primera criba, de un total de 40 participantes, el deportista valenciano fue 6º. Fuera miedos.
La carrera de ayer, desarrollada ante un Stade de France absolutamente repleto (es una constante desde que arrancó el atletismo el pasado viernes) reflejó, a la perfección, la dimensión en la que se encuentra Quique Llopis. No sólo por la segunda plaza ocupada. No sólo porque evita la repesca. Sobre todo, porque no llevó su cuerpo al límite para obtener la clasificación. No se vio obligado a exprimirse para certificar su billete de semifinalista. A falta de tres obstáculos, ya era segundo con una cierta claridad. Tras franquear la última valla, no tuvo que hacer un esfuerzo supremo y agonístico. Signo de autoridad. Bien entendida, por supuesto. Hay que economizar fuerzas y dosificar energías. Queda la semifinal y, quién sabe, si una hipotética final.
Quique Llopis forma parte del Proyecto FER, programa de apoyo a deportistas de la Comunitat Valenciana y que está impulsado por la Fundación Trinidad Alfonso, cuyo mecenas y presidente es Juan Roig. Nada más concluir su serie, el atleta de Bellreguard no podía ocultar su satisfacción y su alivio. Se había quitado un peso de encima. “Estoy contento. He logrado el objetivo de clasificarme directo para las semifinales. A mí no me gusta especialmente correr por las mañanas, pero, en esta ocasión, he tenido mejores sensaciones que en otras matinales. Para empezar, está muy bien”, señalaba Llopis, quien incidía en el factor emocional de competir en el majestuoso Stade de France: “Han pasado unos minutos de la carrera y sigo con la piel de gallina. Nunca había comparecido en un estadio tan impresionante como éste. Y menos aún, con 80.000 personas en las gradas. Cuando he salido a la pista y he visto a tanta gente, casi se me saltan las lágrimas. Además, en mi serie, participaba un francés. Cuando lo han presentado, ha habido un sonido ambiental ensordecedor. Ha sido una experiencia inolvidable”, comentaba el deportista valenciano.
Centrándose ya en aspectos más técnicos y deportivos, el atleta FER reconoció que había ido “a asegurar. A evitar cualquier toque con las vallas. He sido conservador. Ya arriesgaremos todo lo que haga falta en las semifinales del miércoles. Así y todo, he bajado de 13:30. El año pasado por estas fechas, forzando al máximo, mi tiempo era ése, 13:30. Ahora, no corriendo a tope, logro bajar de esa barrera. Todo esto me da una gran confianza y mucha seguridad. Además, me gusta este tartán. Me encuentro cómodo”, indicaba Llopis, para finalizar. Ahora, Quique dispone de dos días de descanso y tranquilidad para preparar las semifinales. Un atleta valenciano con opciones de llegar a la final olímpica de los 110m vallas. Palabras mayores. Tan real como escalofriante.