Estaba escrito. Demasiadas señales. Muchas coincidencias. Numerosos guiños del destino. A saber, hace tres años, en 2021, muy cerca de este mismo escenario, se proclamaron campeonas de Europa. A saber, hace tres meses, lograron la clasificación olímpica de forma milagrosa e inverosímil, con una canasta de espaldas y en el último segundo del partido clave. O, a saber, el pasado sábado accedieron a las semifinales de forma automática, sin necesidad de repesca, tras una combinación de resultados tan mágica como inesperada. Con estos precedentes, todos tan favorables, todos tan halagüeños, cómo no pensar en un desenlace apoteósico para las chicas de selección española de baloncesto 3×3. Así fue. Anoche, en su primera participación olímpica, el combinado nacional se colgó la medalla de plata. Y rozó el oro. Espeluznante.
El deporte urbano, como filón. Fortuna, felicidad y gloria, por tanto, para Vega Gimeno y Sandra Ygueravide, dos las cuatro componentes del combinado nacional. Vega (deportista FER) y Sandra son valencianas. De la capital. No sólo lo son. Además, ejercen como tales. Como sus respectivas familias, que han viajado hasta París ataviados con una senyera. La bandera de la Comunitat Valenciana ha estado bien presente en las gradas de la Plaza de Concordia, sede de la hazaña. Ha sido muy visible durante todas las jornadas del torneo olímpico. Emitía un mensaje directo, nada subliminal. En esta selección, predomina el acento valenciano. Vega, de 33 años, y Sandra, de 37, marcan la pauta. Sobre todo, por su carácter y personalidad. Son el corazón y el cerebro, el alma y la cabeza de este equipo.
Hubo que esperar hasta bien entrada la noche para conocer el color de la medalla. Si dorada o plateada. La jornada era apasionante y vibrante. Acogía, sin solución de continuidad, las semifinales y los partidos por el podio, tanto en el torneo femenino como en el masculino. La sesión empezó a media tarde, bajo un sol de justicia, y concluyó casi en la media noche. Y arrancó con éxtasis para la delegación española y valenciana. Tras una demostración de oficio, de saber estar, de dureza mental, de agarrarse a la pista, Vega, Sandra y sus dos compañeras, Gracia Alonso de Armiño y Juana Camilion, abatían a la potente selección de los Estados Unidos.
Rebajar las pulsaciones
Gritos, abrazos, lágrimas, explosión de júbilo… En la pista y en la zona de personalidades. Ayer, la proeza del baloncesto 3×3 reunió unos espectadores de excepción. Entre otros, Su Majestad el Rey Felipe VI; la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría; el Presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco; el Presidente de FIBA Europa, Jorge Garbajosa; o el mismo Pau Gasol. Sin embargo, había que atemperar la euforia. En tres horas, llegaba una final olímpica. Tocaba gestionar las emociones, rebajar las pulsaciones y centrarse en preparar el encuentro por el oro. El rival se conoció unos minutos más tarde. Era Alemania.
Ya en la final, la misma historia de siempre. O de casi siempre. Porque raros son los partidos de 3×3 que llegan resueltos y bendecidos a los últimos segundos. Otra vez, un encuentro jugado con el cuchillo en la boca. De nuevo, un choque no apto para cardíacos. Por enésima ocasión, un enfrentamiento que discurrió por el alambre. De máxima tensión. De igualdad extrema. En este caso, salió cruz. El lanzamiento de Gracia Alonso de Armiño en el último segundo para forzar la prórroga no quiso entrar (17-16 para Alemania).
En suma, plata de ley para las jugadoras valencianas. En suma, imborrable vivencia para Sandra Ygueravide y Vega Gimeno. Vega es componente del Proyecto FER, programa de apoyo a deportistas valencianos impulsado por Juan Roig a través de la Fundación Trinidad Alfonso. Esta medalla de plata representa la rúbrica perfecta a su prolongada trayectoria. Tras anunciar su retirada del baloncesto profesional, no hay mejor colofón posible. Ni en sus mejores sueños podía haber imaginado un epílogo tan hermoso. Nunca lo olvidará.