Liliana Fernández abandona la competición durante un año. Pero por un motivo feliz. Sin lesiones de gravedad, solo una razón podía apartar a la deportista alicantina de la vorágine que tanto le atrae y le apasiona. Y ese escenario ha llegado. Liliana va a ser madre en unos meses. A las puertas de adentrarse en su décima temporada consecutiva en el circuito mundial de vóley playa, la componente del Proyecto FER abre un paréntesis. Durante 2017, los viajes, los aviones y los hoteles dejarán de formar parte de su día a día. La atleta alicantina inicia una tregua. Pero advierte que ligera y pasajera.
Aunque Liliana no va a competir este año, sí va a seguir entrenando mientras su embarazo se lo permita. Nada de vida monacal. Por ello, la deportista FER ha recabado todo tipo de informes y asesoramientos médicos, físicos o nutricionistas. Como atleta de máximo nivel, la alicantina es consciente de los efectos nocivos de una interrupción, abrupta en la forma y prolongada en el tiempo, de la actividad física. Pero, además, en el caso de Liliana, hay un componente añadido: la pasión por su modalidad, la devoción por el vóley playa. Más que una simple práctica deportiva, un estilo de vida durante los últimos años y que, de momento, no se plantea abandonar de ninguna manera.
Porque Liliana quiere estar en Tokio 2020. Aunque la cita olímpica de la capital nipona todavía queda lejos en el tiempo, para una ganadora nata como la deportista alicantina, es imposible olvidar plenamente la amargura vivida en los Juegos de Río 2016. A pesar de la brillantez y los méritos acumulados en la fase de grupos, a pesar de sus elevadas expectativas, a pesar de llegar en un gran estado de forma, cayó de forma dolorosa en el primer cruce junto a su inseparable Elsa Baquerizo. Por ello, quiere disponer de una nueva y última oportunidad olímpica. Para superar la fatídica frontera de los octavos de final. Para mejorar la novena plaza ocupada tanto en Rio como cuatro años antes en Londres.
A sus 30 años, Liliana Fernández conserva la ambición y la motivación de una principiante. Y encuentra más motivos para ilusionarse con la participación en Tokio 2020 en ejemplos y espejos como los de Maialen Chorraut, Marina Alabau, Teresa Portela y Gemma Mengual. Todas ellas fueron madres poco después de finalizar Londres 2012 y llegaron en plenitud de condiciones a Río 2016. La deportista FER aspira a emularlas en este nuevo ciclo olímpico. De ahí su insistencia en hablar de un retiro pasajero. Tras el mágico momento de la maternidad, volverá a reencontrase con los remates y los bloqueos en la arena. Esta vez, con un aliciente adicional: conseguir que su futuro bebé se sienta orgulloso de su madre.