Fue un colofón soñado. Un epílogo perfecto. Una rúbrica inmejorable. La temporada de atletismo en pista cubierta en España finalizaba este pasado fin de semana con la disputa del Nacional absoluto en Ourense. Y en el último instante, cuando el evento estaba a punto concluir, el deportista castellonense Pablo Torrijos irrumpió para convertir al domingo 1 de marzo de 2020 en una fecha histórica. El atleta FER protagonizó un salto imponente, espectacular, mágico. Sus 17,18m suponen el récord de España de triple salto y le conceden el pasaporte para viajar a los Juegos de Tokio (la mínima olímpica es 17,14).
Cinco años después, Pablo volvía a superar la simbólica frontera de los 17m. En marzo de 2015, Torrijos llegó hasta los 17,04m, registro que le otorgó la plata en el Europeo de pista cubierta que se celebró en Praga. A sus 27 años, el triplista castellonense entra en una nueva dimensión. Justo premio a su carácter metódico, profesional, observador. De hecho, hace pocas semanas, fue él mismo quien le propuso una innovación a su entrenador: ampliar la carrera de los 18 apoyos a los 20. Tras la regularidad mostrada en los últimos años, el deportista FER agiganta su figura. 48 horas después de este grandioso hito, éstas son sus reflexiones.
Poco a poco, lo voy asimilando y procesando, pero sigo eufórico y feliz. Se podía decir que estoy en una nube, sí. Y estoy un poco sorprendido. Sabía que podía alcanzar una marca de esta dimensión. Tenías muchas esperanzas de lograrlo en Lievin o en Madrid. Ha llegado cuando, quizás, menos lo esperaba, pero bienvenido sea.
Con sinceridad, no. En Ourense, no me encontraba con las mejores sensaciones. No me sentía mal, tampoco es eso, pero no me notaba pletórico o espectacular. Por supuesto, no renunciaba a un gran salto; pero, desde el calentamiento, me costó entrar en competición. Pero si algo bueno tengo, es que nunca me rindo. Lo peleé hasta el final y lo encontré. También digo que, a los pocos segundos de empezar la carrera, percibí que podía conseguirlo.
Nunca existe el salto perfecto. Siempre hay aspectos que mejorar. También, en el del pasado domingo. Alguna vez he dicho que sueño con alcanzar hasta los 17,30m. No es ninguna excentricidad ni ninguna locura por mi parte. Éste es el reto para la temporada de aire libre.
Sí, casualidad. Ni prefiero la pista cubierta, ni la pista cubierta se me da mejor que el aire libre. También al aire libre superé por dos veces los 17m, pero fueron marcas invalidadas por el viento. Ya digo, que mis tres grandes saltos hayan llegado bajo techo es fruto del azar.
Bueno, estos 17,18m son mínima olímpica, en efecto, pero todavía no me aseguran plenamente la presencia en Tokio. Desde luego, es un paso importantísimo, pero recuerdo que hay que validarlo con buenas marcas y buen estado de forma en las semanas previas a los Juegos. Desde luego, confío en estar, por supuesto. No hay día que mi mente me traslade unos minutos a la cita olímpica. Y una vez allí, espero, cuanto menos, ser uno de los 12 clasificados para la final.