Con el paréntesis abierto por Liliana Fernández, quien será madre en breve y no reaparecerá en la alta competición hasta 2018, el protagonismo del voley playa en el Proyecto FER durante este curso lo asume Pablo Pérez Suárez, un joven deportista nacido en la ciudad de Alicante.
Un consejo recibido cuanto todavía era un niño se convirtió en el origen de su singladura deportiva. “A los 4 años, un médico me recomendó que anduviera sobre la arena para corregir y ajustar una cierta descoordinación que sufría en los desplazamientos. A raíz de esas prácticas, descubrí que existía una opción de hacer deporte sobre la arena: el vóley playa. Lo probé por primera vez en torno a los 6 años y me gustó tanto que ya no lo he abandonado”, rememora Pablo Pérez Suárez. En un principio, la arena como terapia; en la actualidad, la arena como pasión.
El nuevo deportista FER, de 18 años de edad, protagonizó su particular eclosión durante el pasado ejercicio. Pablo firmó un exitoso 2016 con la medalla de plata en el Campeonato de España sub 19, con el bronce en el Nacional sub 21 y con la quinta plaza en el Europeo sub 18, certamen disputado en la República checa. Se define a sí mismo como “un jugador polivalente”. De todas las facetas que integran el vóley playa, “creo que destaco en el saque y en los bloqueos. Se me da mejor defender que atacar, me considero más defensivo que ofensivo”, explica el nuevo deportista FER.
Aunque admira a jugadores españoles tan consagrados como Pablo Herrera o Adrián Gavira, el nuevo componente del Proyecto FER tiene como gran ídolo a Bruno Oscar Schmidt, “un brasileño campeón mundial en 2015 y campeón olímpico en Río 2016. Su calidad es espectacular”, apunta Pablo. No obstante, el deportista alicantino disfruta de un gran privilegio. Tiene como entrenador a Javier Bosma, una auténtica leyenda del vóley playa nacional y medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. La experiencia y la maestría de Bosma moldean en las pistas de la Universitat d’Alacant a Pablo Pérez, una especie de diamante por pulir con un presente y un futuro muy prometedores.
Como deportista que ya despunta y que empieza a asomarse a la élite, un día tipo en la vida de Pablo Pérez apenas presenta espacios libres. “Me levanto en torno a las 7 de la mañana. Entre las 8 de la mañana y las 3 de la tarde, estoy en el instituto. Curso segundo de Bachiller y, si todo va bien, el próximo año empezará en la Universidad. Quiero estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Dedico las tardes al vóley playa. Habitualmente, entreno desde las 15:30 hasta las 19:30. Luego, vuelvo a casa y retomo los estudios”, explica Pablo.
El nuevo componente del Proyecto FER es un apasionado del deporte. “Me gusta casi todo, pero me quedo con el baloncesto, el tenis, los deportes del mar y, como no, el vóley, tanto en playa como en pista”. Consciente de que la modalidad que practica es minoritaria y, más allá de la cita olímpica cada cuatro años, apenas recibe seguimiento, Pablo lo tiene claro: “una solución para ganar en popularidad es la retransmisión de más partidos en la televisión. Hoy en día, si un deporte no se hace visible en los medios, está condenado a la invisibilidad”. Reflexión de quien aspira a combatir tal anonimato. Sobre todo, con sus hechos sobre la arena. Donde todo empezó. Con tan solo 4 años.