Septiembre de 2018. Miriam Martínez Rico (Ibi, 31 años) llevaba sólo dos días en Bilbao, en su nuevo destino profesional. Miriam trabajaba en una empresa multinacional del sector de la construcción. De forma súbita, un percance personal le iba a cambiar la vida. “Empecé a sentir una especie de hormigueo en la cara y en las piernas. En principio, no quise darle excesiva importancia y lo achaqué al cierto estrés que sufría en los últimos tiempos”, recuerda.
Pero esa sensación rara no remitía hasta que se agravó y derivó en un daño cerebral adquirido debido a una enfermedad autoinmune. “Se me paralizó la parte izquierda del cuerpo. Además, otras funciones básicas y motoras, como tragar o andar, se vieron alteradas muy gravemente. Este episodio me ha dejado secuelas. Dificultades de movilidad en la pierna izquierda, problemas para sostener objetos con la mano, perdidas de equilibrio, complicaciones a la hora de tragar, pérdidas transitorias de la voz, entre otras afectaciones”, explica la nueva deportista del Proyecto FER.
Hasta ese fatídico momento, Miriam Martínez desarrollaba una vida normal. Estudiante ejemplar, es graduada en Ingeniería en edificación. Siempre había estado muy vinculada al deporte. Jugaba al fútbol sala de forma “semiprofesional” y practicaba el atletismo, “porque mi padre había sido atleta durante muchos años y lo llevaba en mis genes. Además, en mi tiempo libre, solía hacer escalada, barranquismo o alpinismo; es decir, modalidades con un alto componente de riesgo y adrenalina. Precisamente, esa afición por el deporte es lo que me ha salvado. Cuando estaba en el hospital, desde el primer minuto, pregunté a los médicos que me atendían cuándo volvería a correr. No, a andar; sino, a correr. La pasión por el deporte fue la esperanza a la que me aferré para pensar que este percance sólo sería un paréntesis. En situaciones límite como la que yo viví, has de agarrarte a lo que sea para no hundirte. Yo me abracé al deporte. Cuando después de mucho intentarlo, volví a andar sin caerme, pensé que, de nuevo, estaba en condiciones de volver a empezar y de comerme el mundo”, comenta Miriam.
¿Por qué, una vez recuperada, Miriam Martínez eligió el atletismo y, más en concreto, el lanzamiento de peso? Una vez fuera del hospital, ya en casa, y, a medida que se iba recuperando, “una de las actividades que desarrollaba en una casa de campo para distraerme, junto a mi padre, era la de fabricar artefactos”. Ya en 2019, fue, por primera vez, a una concentración de la selección española de atletismo paralímpico. “En ese momento, hay dos personas decisivas. Isabel Hurtado, seleccionadora de la Federación Española de personas con parálisis cerebral, y Ainhoa Martínez, mi actual entrenadora. Ambas me animan a probar la especialidad de lanzamientos. Se me dio bien desde el principio y aquí estoy, a las puertas de unos Juegos Paralímpicos”, señala la deportista de Alcoy.
Durante el último año, Miriam ha dedicado todo su tiempo al deporte. No obstante, “el próximo año, volveré a ser universitaria. Quiero cursar el grado en Nutrición”. Vitalista y animosa como pocas, la componente del Proyecto FER lleva a Ibi, su pueblo natal, en el corazón, “pero allí no hay pista de atletismo. Las condiciones no son las mejores. Por ello, decidí trasladarme a Gandia para entrenar a tope en doble sesión, mañana y tarde, y para construir un nuevo sueño que, en pocas jornadas, se podrá materializar”.
El crecimiento de Miriam Martínez ha sido vertiginoso. Empezó a practicar el lanzamiento de peso con seriedad y plena dedicación a mediados de 2020. Sólo medio año después, en febrero de 2021, logró la mínima B en Dubái. Además, en junio, se proclamó campeona de Europa. De cara a Tokio, “en la prueba de lanzamiento de peso F36, seremos en torno a 10 competidoras. Mi objetivo, al margen de disfrutar al máximo de la experiencia, y de poner toda mi pasión, es, por supuesto, lograr una medalla. Y, si es de oro, mejor. Y también, superar mi marca personal, que es de 9,56m”
Positiva, optimista y resistente, Miriam, pese a lo que le ha ocurrido, no desaprovecha cualquier oportunidad que se le presenta para perderse por la montaña. Además, “me relaja escribir. No descarto, en un futuro, compilar todas mis vivencias en un libro.”, apunta. Si lo hace, un capítulo sería para Kilian Jornet, uno de sus ídolos, y para su padre, persona indisociable de su vida. Y uno de sus principales mensajes sería: “lo más importante siempre es el presente. Céntrate en el presente para sonreír y superar las adversidades”