“Qué manera de sufrir”. Esta expresión corresponde a Liliana Fernández (Alicante, 04/01/1987). Fue captada por la cámara que seguía su celebración segundos después de haberse asegurado la medalla de bronce en el Campeonato de Europa de vóley playa en Moscú. Tras protagonizar el remate que cerraba el partido, tras tumbarse, tan exhausta como feliz, por la arena moscovita, tras derramar lágrimas de emoción y tras abrazarse y compartir el éxito con su inseparable Elsa Baquerizo, la deportista FER resumió en cuatro palabras toda la tensión acumulada durante los 66 minutos que duró un encuentro memorable, épico y apasionante. Hasta cinco bolas de partido tuvo que salvar la pareja española para conseguir la victoria y volver a tocar metal. Desde septiembre de 2016, Liliana no se subía a un podio internacional (plata en el Grand Slam de Long Beach, California). Además, hacía seis años que la alicantina no lograba medalla en un Europeo. La componente del Proyecto FER recibe una gran inyección de moral, confianza y puntos en su carrera hacia Tokio 2020.
Muchas. Sé que mi comentario ha tenido mucha repercusión (risas). Aunque entre la felicidad y el cansancio estaba en una especie de nube, sí era consciente de que una cámara estaba cerca. Pero fue una expresión espontánea, natural y sincera, me salió de dentro. ¡Es que sufrimos mucho para sacar adelante el partido…! (risas).
Seguro que habrá habido partidos muy parecidos al del sábado; pero de la época más reciente (sobre todo, en este ciclo olímpico), posiblemente sí sea uno de los más épicos o espectaculares. Entre el parón de casi 10 minutos por el balonazo que recibió una de las jugadoras suizas, entre que dilapidamos tres puntos de ventaja, entre que tuvimos que salvar 5 bolas de partido…, sí, ha sido el encuentro más especial de los últimos años. Fue una gran batalla.
No es fácil. Es casi imposible quitarte de la cabeza que has dilapidado una ventaja casi definitiva. Se aceleran, más si cabe, las pulsaciones, tienes miedo de que, a la hora de la recepción o el remate, se encoja el brazo… Se pasa mal, sin duda. Son momentos de gran tensión, en los que hay que tirar de la máxima concentración, de la experiencia y del bagaje que llevamos de todo nuestro entrenamiento.
En realidad, perdimos contra la pareja que, al día siguiente, se proclamó campeona de Europa. Es decir, caímos ante unas grandísimas rivales. No obstante, es cierto que no estuvimos a nuestro mejor nivel. Nos faltó convicción, como si no nos creyéramos que estábamos entre las cuatro mejores del torneo. Nos entraron ciertas dudas y lo pagamos.
Puede ser. Desde luego, a nivel físico, estoy infinitamente mejor que durante el año pasado, después de la maternidad. He recuperado fuerza y explosividad. Técnicamente, también me encuentro bien. Pero donde creo que hemos crecido mucho es en la lectura de los partidos, en saber qué tenemos que hacer y cómo afrontar cada momento del partido, ya sea un momento bueno o malo.
Sí, este bronce nos concede casi 500 puntos y nos va a dar un gran impulso en la carrera olímpica. Yo sigo siendo optimista y confío en que, a principios de junio, seamos una de las 15 parejas que logran el billete para Tokio de forma directa, sin necesidad de jugar Preolímpicos. De hecho, si se cerrara ahora la clasificación, lo conseguiríamos.