Se ven con fuerzas. Al menos, para intentarlo. De momento, van a empezar a recorrer el nuevo ciclo paralímpico. Año a año. Paso a paso. Diseñando etapas cortas. Testando su cuerpo y su mente de forma constante. No les gustaría desfallecer a mitad del trayecto. Inician este nuevo camino con el firme propósito de plantarse en Tokio 2020. Pero tampoco descartan que, contra su voluntad, se vean obligados a apearse en mitad del viaje. Maurice Eckhard, de 33 años, y Mónica Merenciano, de 32, quieren brindarse a sí mismos una nueva oportunidad (ahora sí, la última) de competir, vibrar y disfrutar de otros Juegos Paralímpicos. De saborearlos. En ambos casos, serían los quintos. Los del repóquer. El tiempo dirá si, dentro de cuatro años, cruzan su particular alfombra azul.
Tanto Maurice como Mónica Merenciano rozaron la medalla de bronce en Río 2016. Menos de 5 segundos separaron al ciclista afincado en Paterna del podio en la contrarreloj individual. Podría pensarse que Maurice Eckhard siente una especial querencia por la cuarta plaza. Con la única excepción del bronce alcanzado en Londres 2012, en el resto de Juegos Paralímpicos esa es la posición que ha ocupado en la contrarreloj individual. Así ocurrió en Atenas 2004, así sucedió en Pekín 2008 y así aconteció en Río 2016. Pero no es gusto por la flagelación. Nada más lejos de la realidad. No es tan cruel consigo mismo el ciclista valenciano. En el caso de Mónica, el tatami del Carioca Arena 3 de Río todavía conserva el rastro de las lágrimas derramadas por la judoca de Llíria. La deportista FER estuvo muy cerca de una heroicidad, de una medalla de bronce que hubiera sabido a proeza tras casi catorce meses sin competir y tres intervenciones quirúrgicas.
¿Qué hubiera pasado si ambos hubieran conseguido medalla en Río? ¿Habrían aprovechado ese momento de gloria para despedirse del máximo nivel competitivo por la puerta grande? Preguntas sin respuesta. Ni Maurice ni Mónica lo aclaran. Lo cierto es que ambos han optado por continuar en la máxima exigencia. Los dos deportistas FER representan nuevos ejemplos de la adicción al deporte de élite. Del difícil proceso de emancipación de ese ámbito tan absorbente y atractivo. Así lo admiten: “Nos apasiona lo que hacemos. Aunque sufrimos y nos sacrificamos, disfrutamos al máximo. Somos conscientes de que posiblemente nuestra mejor etapa ya pasó, de que será difícil repetir nuestro máximo nivel no, pero queremos, cuanto menos, exprimir al máximo nuestras posibilidades de llegar a Tokio. En Río, nos quedamos con ganas de más”, comentan Maurice y Mónica.
De cara a 2017, Eckhard afrontará el Campeonato del Mundo de ciclismo en ruta como gran cita. Será en Sudáfrica y será a finales de julio. Será su décimo Mundial. Hasta la fecha, acumula un botín de 8 medallas (cuatro en fondo y otras cuatro en ruta). Por otra parte, la competición más relevante que figura en la agenda de Mónica Merenciano es el Campeonato de Europa de judo. Antes, sin embargo, la de Llíria deberá recuperarse de la operación del pie izquierdo que se le practicó el pasado 10 de enero. Serán las primeras estaciones de una larga travesía cuyo destino final, si es feliz, les llevará a Tokio 2020.