En paralelo a la globalidad del panorama deportivo, el judo empieza a adquirir temperatura. A acelerar el paso. Hace pocos días, Ana Pérez Box y Salva Cases disputaron el Grand Prix de Portugal. Ana rozó el podio. Finalmente, tras ganar tres combates y perder los dos últimos, acabó en la quinta plaza. Por su parte, Salva cayó eliminado en la segunda ronda, en los octavos de final. Este fin de semana, se celebra el Grand Slam de París, uno de los torneos más prestigiosos del calendario internacional y, en el que, en principio, iban a competir dos deportistas del Proyecto FER. Por desgracia, Julia Figueroa, una de las grandes abanderadas del judo español, es baja por unos problemas en la zona cervical. Por tanto, la representación FER en la capital francesa se limita a Marina Castelló, la alumna aventajada.
A sus 21 años, la joven judoca alicantina se dispone a debutar en todo un Grand Slam. Por tanto, son fácilmente imaginables las fuertes sensaciones que experimenta en los días previos. “Es una mezcla de ilusión y de nervios. Ilusión porque voy a vivir un momento con el que llevo soñando desde que empecé a practicar este deporte. Nervios porque es mi estreno en un certamen tan espectacular y de tal magnitud. Sé lo que me espera. Voy a enfrentarme con grandísimas judocas internacionales en la categoría de menos 52 kg, pero encaro el reto sin presión, sin complejos y con plena confianza en mi judo. A ver hasta dónde podemos llegar”, comenta Marina.
La pregunta resulta casi inevitable. ¿Por qué ya un Grand Slam sin antes haber afrontado antes un Grand Prix? Castelló lo explica así: “Puede parecer un poco chocante que me atreva con un Grand Slam, pero es una oportunidad que se me planteó hace unas semanas y no lo dudé. Al fin y al cabo, más tarde o más temprano, tenía que debutar en este tipo de torneos. Y es interesante empezar a medirme con algunas de las mejores del mundo para conocer mi realidad y saber dónde estamos. Obviamente, no va a ser ésta la tónica habitual desde ya. Durante los próximos meses, disputaré los European Open y volveré a un proceso más natural”, explica la deportista FER.
Marina cerró en 2022 su paso por la categoría junior. Un epílogo que resultó espectacular. Tras una primera mitad del curso discreta y exenta de buenos resultados, la joven judoca alicantina cambió el curso de los acontecimientos a partir de agosto. La embajadora FER protagonizó un mes mágico. Primero, un 11 de agosto, con la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo, en Ecuador. Después, un 15 de septiembre, con otro bronce. En este caso, en el Campeonato de Europa, en Praga. Dos logros terapéuticos y revitalizantes. Cierto es que, semanas más tarde, no estuvo a su mejor nivel en el Campeonato de Europa sub-23, torneo en el que cayó eliminada en el primer combate. “Pese a que en el Europeo sub-23 me llevé una cierta decepción, las dos medallas anteriores fueron todo un espaldarazo. Representaron pasos vitales en mi carrera. Mis sueños e ilusiones se vieron reforzados. Y, sobre todo, le encontré sentido a todo el esfuerzo y sacrificio que hago”, comenta Marina, quien, este sábado, saltará al tatami de París con la ilusión de una niña. De una principiante. De una alumna… aventajada.