Dicen quienes entrenan y preparan a Marc Sabater (Castellón, 11 de enero de 1996) que es uno de los judocas más prometedores de la Comunitat Valenciana. Así lo evidenció hasta el año 2015, cuando se proclamó campeón de España junior. Pero, a partir de ese momento, y muy a su pesar, su carrera deportiva ha estado condicionada por las turbulencias físicas. Las lesiones se han cebado con su hombro derecho y le han impedido exhibir todo el potencial que se le supone. Una dolencia en dicha articulación le hizo pasar por el quirófano esa misma temporada y le obligó a afrontar una rehabilitación que duraría casi ocho meses. Más tarde, cuando reapareció en el Nacional del año siguiente, una recaída en la zona operada le impidió continuar en la competición. Nuevamente, recuperación y muchas dosis de paciencia para regresar a los tatamis. Ya en 2017, ha conseguido enfundarse el kimono en dos citas. Primero, en febrero, en la Supercopa de España absoluta de Barcelona; más tarde, hace solo tres meses, también en una Supercopa de la misma categoría en Valencia, torneo que, a la postre, terminaría ganando. Dos exámenes que le han permitido constatar que su hombro responde antes de encarar el gran reto del curso: el Campeonato de Europa sub 23, del 11 y 12 de noviembre, en Podgorica (Montenegro). Toda una reválida.
¿Cómo te encuentras?
Me encuentro muy bien. Después de la última Supercopa de España, en Valencia, hemos estado entrenando en un stage europeo en Roma, con judocas internacionales de alto nivel. Cada vez estoy con más confianza. Y parece que mi hombro, por fin, deja de incordiarme.
¿Cuál es el objetivo que te marcas en el Europeo sub 23?
Aspiro a lo más alto, pero he de pensar combate a combate y, sobre todo, dar lo máximo de mí. Tras más de 2 años con lesiones, recaídas, infortunios y falta de continuidad, es fácilmente imaginable la motivación con la que voy a afrontar el Campeonato de Europa sub 23. Tengo muchas ganas de volver a llevarme una gran alegría sobre el tatami.
Este año has decidido cambiar de peso, has pasado de competir en -81 kg a -90 kg, ¿cómo llevas la adaptación a la nueva categoría?
Sí, decidí cambiar de peso porque el cuerpo me lo pedía, llevaba mucho tiempo compitiendo en 81 y tenía que bajar mucho de peso. Cada día me encuentro más cómodo.
Por si fuera poco, éste es tu primer año en categoría absoluta. En 2016 y 2017 eras júnior y, ahora, ya compites contra los mayores ¿cómo afrontas tantos cambios en un mismo curso?
Con la mejor actitud posible, con máxima ilusión y entrenando a tope día a día. Siempre me he considerado una persona optimista y me quedo con la parte positiva. Enfrentarme a los mejores, lo que me espera en apenas tres semanas en Montenegro, es un reto para mí.