Las halteras Estefanía Juan y Alba Sánchez protagonizan una curiosa historia de vínculos familiares y deporrtivos
La ciudad de Alzira es la cuna de la halterofilia en la Comunitat Valenciana. Durante muchos años, la localidad de la comarca de la Ribera se ha convertido en el vivero de este deporte consistente en el levantamiento de pesas. Y de los muchos referentes que se han forjado en los gimnasios de esta población valenciana (entre ellos, olímpicos como Lorenzo Carrió, en Atlanta 96, y Mónica Carrió, en Sidney 2000), hay dos ejemplos unidos por una historia muy singular. Dos deportistas separadas por 17 años de edad y, sin embargo, tan relacionadas por sus vínculos familiares y… deportivos.
Cuando Alba Sánchez nació (en enero del año 1998), Estefanía Juan ya se había conseguido uno de los 3 títulos de Campeona de Europa que adornan su palmarés, y ya empezaba a fraguar un reinado en España que ya ha deparado más de 20 coronas nacionales, y que todavía hoy se mantiene vigente. En aquel momento, nadie de la familia podía intuir que la sobrina, Alba, seguiría los pasos de su tía, Estefanía, a quien amenaza con superarla en éxitos y triunfos.
Porque a sus 17 años, Alba, la sobrina, la pequeña de la familia, está dispuesta a destronar a Estefanía, la tía, la mayor del clan alcireño. Su trayectoria es todavía incipiente y, como tal, una incógnita. Pero ya ha ofrecido suficientes y potentes destellos como para pensar que, detrás de ese nombre aún anónimo para el gran público, se esconde un portento de ilimitadas aspiraciones. Un talento difícil de acotar. Alba ya ha sido doble campeona de Europa sub’17, tanto en 2013 como en 2014. Además, durante el pasado año acabó cuarta en el Campeonato continental de la categoría sub’20.
Pero cómo empezó todo. En qué momento la pequeña Alba, la sobrina, sintió la atracción de emular a su tía Estefanía en el arte de levantar pesas. “Tenía 9 años y mis padres me llevaron a un Campeonato de España en el que participaba Estefanía. Me impactó tanto ver a mi tía competir y todo aquel contexto que a los pocos días ya estaba iniciándome en la práctica de este deporte”, recuerda Alba.
Ambas afrontan esta semana sendas citas cruciales del año 2015. La sobrina Alba viaja a Perú “para disputar el Campeonato del Mundo sub’17 y conseguir mi primera medalla en un certamen mundial. Compito el viernes día 10 y creo que la puedo alcanzar”. Por su parte, la tía Estefanía se desplaza hasta Tiblisi, Georgia, donde el día 11, un día después que Alba, tomará parte en “el enésimo Campeonato de Europa absoluto. Ya he perdido la cuenta de los que llevo. Sólo sé que he sido campeona europea en tres ocasiones. Y para este año, aspiro a hacerlo bien. En 2014, fui sexta en Israel; ahora, no quiero obsesionarme con la palabra medalla. ”, señala la mayor de la familia.
Camino de sus 34 años, Estefanía sigue viviendo y entrenándose en su Alzira natal. Sabe que la cuenta atrás hacia su retirada es inexorable, pero se resiste a dejar la halterofilia sin intentar, de nuevo, el asalto a su, hasta la fecha, amor imposible: estar en unos Juegos Olímpicos. Mientras, Alba ya lleva 3 años en el CAR Joaquín Blume de Madrid. Quiere y admira a su tía, “pero sí, aspiro a destronarla. Me gustaría mejorar sus logros y palmarés. No me daría pena”, comenta entre risas la sobrina. Ante sus intenciones, Estefanía replica con una mezcla de orgullo y nostalgia: “Ojalá me supere. Es su momento. No me dolería. Al contrario. Está claro que aún es muy joven y tiene que certificar todo lo que promete. Pero creo dominar este mundo y, de verdad, lo tiene todo para conseguir lo que se proponga. Y no me ciega la pasión”. Madurez frente a descaro. Pasado y presente frente a futuro. Ley de vida.