Como si fuera un tesoro, aún la conservaba desde los Juegos de Río de Janeiro. Pero han pasado cinco años y quería actualizarla. Además, posiblemente, no tenga otra opción de coincidir con él. Me refiero a la foto que me hice con Pau Gasol nada más llegar a Tokio. No es, ni mucho menos, la única instantánea que he inmortalizado. Pero sí es de las que guardaré con más ilusión. Esa imagen con Pau representa uno de los grandes encantos de unos Juegos Olímpicos: la posibilidad de convivir de cerca con auténticas estrellas del deporte mundial. Un privilegio. Una gozada.
Estos son los Juegos de las restricciones. Ya lo sabéis. Pues bien, para no ser menos, me he autoimpuesto una limitación más: no volver a la tienda de regalos y souvenirs. En los primeros días, fui varias veces. Siempre me acordaba de un nuevo compromiso personal y, por tanto, siempre caía una compra más. Llaveros, imanes, mochilas, camisetas, chanclas… Creo que tengo a toda la familia y a todas las amistades cubiertas. No son productos baratos, pero no diréis que no soy generosa.
Ya sé que no soy nada original si digo que por aquí hace mucho calor. Bueno, también en España, ¿verdad? Lo reconozco, por las noches, hay que tirar de aire acondicionado para combatir la extrema humedad reinante. Tenemos que descansar. Cualquier ayuda es buena para conciliar el sueño.
Y cada día, me repito: “Silvia, disfruta. Aprovecha cada segundo de esta aventura. Casi seguro, van a ser los últimos…”. Bueno, eso creo. En fin, el tiempo dirá. Volvamos al presente. No os podéis imaginar el subidón que hemos experimentado tras las victorias ante Francia y Brasil. Seguimos vivas. Para cerrar la fase de grupos, aún tenemos que enfrentarnos a Hungría, este sábado, y a Rusia, el lunes. Estamos encaminadas hacia los cuartos de final, pero todavía tenemos que certificar nuestro billete. Quizás, sea necesario un triunfo más. Gracias por vuestro apoyo y aliento desde la Comunitat Valenciana y España. Lo notamos, lo percibimos. ¡Vamos a por todas!