Los Juegos Olímpicos no solo son competición y deporte. También ofrecen experiencias, vivencias, curiosidades, anécdotas… Liliana Fernández, jugadora de vóley playa, vive en Tokio su tercera aventura olímpica. Hoy, nos acerca la cara más divertida y desenfadada de su estancia en la capital japonesa.
Una peluquería en la Villa
Ocho días llevo en Tokio, pero tengo la impresión de que son muchos más. Por prudencia, tenemos que limitar nuestros movimientos. Por ello, es inevitable una cierta sensación de monotonía. Más allá del momento siempre especial de la ceremonia inaugural, de los entrenamientos, de las comidas y cenas en el inmenso espacio que ejerce de comedor, y de algunas incursiones (las justas y necesarias) en el gimnasio de la Villa, la mayor parte de las jornadas transcurre en la habitación. Charlas con mi inseparable Elsa y con mi entrenador, Sebas, algún libro, mucho ordenador y mucha interacción, vía telefónica, con mis familiares. Vamos, lo que ya me imaginaba. Como el calor. Húmedo y pegajoso. En los entrenamientos y en los partidos, sudo de lo lindo.
A la hora de comer y cenar, me estoy atiborrando de ensaladas. Es lo que más me gusta. O lo que menos me disgusta. No me considero tiquismiquis. ¿Cómo voy a serlo tras 15 años viajando por todo el mundo? Pero no sé, la pasta, la carne, el pescado… Todo sabe raro. Evitemos riesgos.
La Villa Olímpica está bien. Sin más. Quizás, por debajo de la de Londres 2012. Hay una zona recreativa en la que hay todo tipo de souvenirs y, oh sorpresa, una sala de peluquería y manicura. Entre risas, ya lo he hablado con Elsa: si llegamos, por fin, a los cuartos de final, nos pasaremos por allí para ponernos guapas. La ocasión lo merecerá.
Por lo demás, lo mejor, los apenas 20 minutos que separan la Villa del estadio de vóley playa. Estamos muy cerquita. Y aquello de “no news, good news” tras las pruebas diarias de saliva. Si no nos dicen nada, es que todo está perfecto. Así que mañana, a por el segundo partido. Si ganamos a la pareja de Estados Unidos, estaremos casi en los octavos de final por terceros Juegos consecutivos. Ojalá. Deseadme suerte.