El pasado 2 de agosto, la vida de Polina Berezina dio un giro radical. Es el día en que se vio obligada a abandonar el CAR de Madrid, su lugar de entrenamiento durante los dos últimos años. La razón que le dieron fue la falta de espacio y la imposibilidad de tener una entrenadora dedicada exclusivamente a la rítmica individual.
En ese momento, la gimnasta del Proyecto FER no tenía más alternativa que volver a Torrevieja, reencontrarse con su entrenadora de siempre, Mónica Ferrández, y ejercitarse en un pabellón cuyas condiciones no eran las mejores, y en el que compartía espacio con deportistas de otras modalidades. Y todos estos imprevistos llegaban en el peor momento. Tan solo faltaba un mes para su gran objetivo de la temporada: el Campeonato del Mundo de Sofía.
Aunque la preparación de este Mundial no fue la mejor, Polina Berezina lo dio todo sobre el tapiz búlgaro y finalizó en una correcta 37ª plaza. Pero, una vez terminada la temporada, las dudas sobre su futuro inmediato aparecieron de nuevo. La mejor gimnasta nacional del momento no podía entrenar en un espacio con las características que necesita una deportista de élite.
La mejor gimnasta nacional del momento no podía entrenar en un espacio con las características que necesita una deportista de élite
Tras barajar varias posibilidades, y tras reflexionar junto a su entorno más cercano, tomó la decisión de mudarse a Benicarló para entrenar en el Club Mabel, junto a las gimnastas FER María Añó y Noa Ros, y junto a la entrenadora de éstas, Blanca López Belda. En la actualidad, se encuentra en plena pretemporada. Está alternando su estancia en Benicarló con otros días en los que se ejercita en Torrevieja, bajo la supervisión de Mónica Ferrández. En principio, así estará hasta enero, fecha en la que, muy posiblemente, se incorpore al nuevo centro de gimnasia rítmica de élite que va a abrir la Federación Española en la población valenciana de Alfafar, y cuya coordinación correrá a cargo de la propia Blanca López, componente del programa ‘FER Entrenadores’.
Con tal escenario, Polina Berezina, de 21 años, ha vivido unos últimos meses de mucha inestabilidad, una situación que desesperaría a cualquier deportista de élite. No obstante, Polina prefiere ver la parte positiva de tanto cambio. “Todo lo que he vivido no ha sido fácil. Pero me ha reforzado y me ha ayudado a redescubrir las ganas que tengo de conseguir mis objetivos. Todos estos cambios son una gran oportunidad para aprender de cada entrenadora con la que he trabajado en los últimos meses”, comenta la componente del Proyecto FER.
Todo lo que he vivido no ha sido fácil. Pero me ha ayudado a redescubrir las ganas que tengo de conseguir mis objetivos
Polina Berezina
Bajo la supervisión de Blanca López, Polina continúa en Benicarló y prepara los nuevos ejercicios con los que competirá en 2019. Un año muy exigente porque, al margen de seguir adaptándose al nuevo código de puntuación, tendrá que dar lo mejor de sí misma en los nuevos montajes que han diseñado para cada aparato, y con los que luchará por hacerse un hueco en su camino olímpico hacia Tokio.
“2019 es un año vital. Soy consciente de que hay que trabajar mucho para conseguir los objetivos. Espero poder estar a la altura y conseguir los resultados que tanto yo como mi entrenadora esperamos”, admite Polina Berezina.
2019 es un año vital. Espero poder estar a la altura y conseguir los resultados que tanto yo como mi entrenadora esperamos
Polina Berezina
Por ello, la deportista FER solo desea encontrar la continuidad de entrenamientos que no ha tenido en los últimos meses y preparar a fondo las competiciones que le esperan durante el año preolímpico. Su objetivo, firmar dos grandes actuaciones, tanto en el Europeo, como en el Mundial. El premio, los Juegos de Tokio 2020, merece un gran esfuerzo.