Marzo de 2021. Faltan tres semanas para que se celebre el Campeonato de Europa absoluto de halterofilia en Moscú. Alba Sánchez (Alzira, 26 años) empieza a experimentar malas vibraciones. Pensamientos negativos. Y no. En este caso, no estaban motivadas por sus crónicas molestias en la rodilla izquierda, de la que se operó en 2018. Lejos de ser pasajera, su preocupación aumenta. Hasta convertirse en una crisis de ansiedad. La razón, el miedo a volar. Alba sufría agorafobia, un trastorno que genera una sensación de angustia, de no poder escapar de determinados lugares o situaciones. Con tal anomalía, la haltera valenciana no sólo renuncia al Europeo de Moscú, sino que abandona el deporte de élite.
Principios de 2023. Alba Sánchez empieza a superar este episodio tan amargo y doloroso. Sus temores, sus miedos, sus ansiedades remiten. La deportista valenciana recupera energía, vitalidad, ilusión, alegría, optimismo… y, sobre todo, recupera las ganas de volver a practicar la halterofilia. Tanto, que, en el verano, acepta la oportunidad de incorporarse al Centro de Alto Rendimiento de Madrid. A partir de ese momento, todo, o casi todo, son buenas noticias. La haltera que coleccionó medallas internacionales en categorías de formación (plata en el Europeo junior de 2016, y triple oro en los Europeos sub-15 de Lituania 2013, Polonia 2014 y Suecia 2015) ofreció muy buenas prestaciones en los dos últimos grandes eventos internacionales: fue 14ª en el Campeonato del Mundo, celebrado en Arabia en septiembre de 2003, y ocupó el 5º puesto en el Campeonato de Europa, desarrollado en Bulgaria, a principios de febrero de 2024. Ahora, se prepara para un nuevo Campeonato del Mundo, que va a celebrarse en Bahrein. Alba va a competir este domingo, 8 de diciembre, en menos 55 kg.
Todo. A principio de aquella etapa, ni siquiera era capaz de salir de casa. Pensaba que ya cargaría con este problema durante todo el resto de mi vida. Tenía miedo a todo o a casi todo. Especialmente, a estar en superficies o lugares cerrados.
Cuando empecé a salir a la calle. Aunque seguía teniendo miedos e inseguridades, poco a poco, hacía cosas que me llevaban a la normalidad. Puede resultar curioso, pero el clic definitivo fue retomar las prácticas para sacarme el carné de conducir.
Es radicalmente distinta. He experimentado un giro de 180 grados. Antes, necesitaba estar rodeada de mucha gente, fuera buena o mala, fuera enriquecedora o tóxica. Ahora, no es que me haya convertido en insociable, pero soy más selectiva. Y, a veces, busco la soledad, la tranquilidad. Leer un libro me hace feliz. Tras superar la crisis, soy mentalmente más fuerte.
Moderadamente satisfecha. Soy muy exigente, en eso no he cambiado, y creo que podría haberlo hecho mejor. Incluso, creo que en el Europeo perdí una magnífica oportunidad de ser medallista. Pero, teniendo en cuenta que llevaba mucho tiempo sin competir a ese nivel, los resultados son muy correctos. Con respecto a la rodilla, mejor. No estoy al 100%, pero las molestias son llevaderas y asumibles.
No siempre se puede ganar y no siempre se puede plasmar la condición de favorita. Hay que tener en cuenta que yo, en poco tiempo, pasé de cero a 100, de la nada a la máxima exigencia. Aunque el Europeo de febrero me salió bien, estaba a un periodo de adaptación a mi nuevo entrenador y a mi nueva vida deportiva.
No quiero meterme presión. Sólo quiero disfrutarlo. Si lo disfruto, irá bien.