Tanto Néstor como Polina se encuentran en plena madurez. Para ambos, los Juegos Olímpicos del próximo verano en Tokio se presentan como un punto de inflexión, cuanto no de final de trayecto. Abad cumplirá 28 años a finales de marzo. El gimnasta de Alcoi ya se ha asegurado su presencia en la capital nipona. Es decir, vivirá su segunda experiencia olímpica tras competir en Río de Janeiro 2016. Hace 4 años, el deportista FER pagó una cierta inexperiencia. De cara a Tokio, sus objetivos son más ambiciosos. Néstor se ha propuesto ser uno de los 24 participantes en la final del all around o concurso completo.
Por su parte, Polina Berezina cumplió recientemente, el pasado 5 de diciembre, los 23 años, una edad ya avanzada para la gimnasia rítmica. En la trayectoria de Polina, hay un evento que marcó un antes y un después: el Campeonato del Mundo celebrado en Bakú en septiembre de 2019, el certamen en el que la deportista FER protagonizó el esperado salto de calidad. Se dio un baño de autoestima. Se ganó un mayor respeto internacional al meterse entre las 24 finalistas del total de 105 competidoras que hicieron el all around o concurso completo. Tal actuación le permitió convertirse en la gran baza de la rítmica española para tener representación en los Juegos Olímpicos de Tokio. Quedan cuatro plazas por asignar en la modalidad individual. Polina va a dirimir la obtención del preciado pasaporte en las Copas del Mundo (un total de cuatro) previstas entre abril y mayo, y en el Campeonato de Europa. En principio, y a la espera de la confirmación oficial, las Copas del Mundo conceden tres plazas; el Europeo, una.
Con respecto a sus respectivos futuros tras la frontera de los Juegos Olímpicos del próximo verano, ni Néstor ni Polina desvelan sus planes. Él sólo piensa en firmar una brillante actuación en Tokio. Ella vive por y para la consecución del billete olímpico. Sus decisiones a partir de septiembre constituyen toda una incógnita. Donde sí hay diferencias es en los relevos de futuro. Después de Polina, la continuidad está asegurada con cuatro jóvenes gimnastas de la Comunitat Valenciana. Sobre todo, con Noa Ros y María Añó, pero también con Lucía González y Sara Tatay. Por contra, tras Néstor Abad, la artística valenciana todavía no ha detectado un heredero.