Dos días después de aportar la primera medalla para el Proyecto FER en los Juegos Paralímpicos de Tokio, Kim López (Silla, 31 años) sigue siendo la felicidad personificada. Si, por definición, el atleta valenciano ya es un ejemplo de optimismo, ahora, tras el oro y el récord del mundo en lanzamiento de peso F12, Kim no puede evitar una sonrisa permanente. El deportista FER afrontaba la competición en la capital nipona con presión. Defendía el oro conquistado en Río, ostentaba la plusmarca universal y, por tanto, era el gran favorito. Pero, a diferencia de otras ocasiones, supo gestionar a la perfección esa tensión. La convirtió en rabia y motivación. Y al quinto lanzamiento, alcanzó la excelencia: 17,04m, récord universal y nueva corona paralímpica.
Voy asimilándolo poco a poco. Había entrenado mucho para llegar bien y todo ha salido fenomenal. A medida que pasan las horas y las jornadas, sí soy más consciente de que tengo la medalla en la mano, lo que tanto he deseado estos últimos meses. Ya comenté el sábado que ha sido el ciclo de entrenamientos más duro y exigente, con un gran desgaste físico y psicológico. Pero cuando logras un éxito de esta envergadura, todo se da por bien empleado.
Sí, porque ha sido un camino muy largo, muy intenso, muy complicado. La grave lesión de rodilla en 2018, el confinamiento propiciado por la pandemia, las dificultades que esta crisis sanitaria ha provocado… Pero bueno, todo este proceso me ha hecho más fuerte y maduro, y me ha permitido mejorar en el día a día.
MI objetivo era siempre lanzar más lejos de los 17 metros. Sabía que, si yo sacaba ese lanzamiento, que lo tenía, la medalla de oro no se escapaba. Al final, fue por poco, solo cuatro centímetros, justito, pero es lo que perseguíamos y estoy súper contento.
Cuando empiezo una competición, como aquí en Tokio, por ejemplo, siempre voy con la máxima confianza. Sé que tengo el lanzamiento más largo del ranking, pero, a la vez, nunca sabes cuál va a ser la respuesta de los rivales. Sí es cierto que, cuando todo el mundo te da como favorito, es inevitable una cierta presión. No es fácil gestionarlo, porque hay muchos nervios y puede pasar cualquier imprevisto.
Lanzar por encima de los 18 metros. Ya sé que son palabras mayores, pero creo que estoy capacitado. En 2022, si no los alcanzo, espero quedarme muy cerca. Por ejemplo, un buen evento para acercarme a esa frontera sería el Mundial, que se celebra en Kobe, Japón.
Pues me acuerdo de mi madre, de mis hermanos, de mis amigos… De mi entrenador, Juanvi Escolano. Y por supuesto, también, del Proyecto FER y de Juan Roig. Lo dije después de Río y lo repito ahora. Sin este apoyo de la Fundación Trinidad Alfonso, ya hace tiempo que me hubiera dejado el atletismo.