Empieza el viaje. Y las hostilidades. Se acabaron las recompensas puramente honoríficas. A partir de ahora, suma cada remate, cada bloqueo, cada punto, cada set, cada partido, cada torneo. A menos de 2 años para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el vóley playa ya ha inaugurado la lucha por la clasificación olímpica. Desde el pasado mes de septiembre, el contador se ha puesto a cero. En doble sentido, además. En el plano temporal, porque la cuenta atrás revela que la grandiosa cita de la capital nipona se acerca de forma inexorable. En el aspecto numérico, porque solo las 15 primeras posiciones del ranking internacional en junio de 2020 conceden la deseada recompensa de forma directa. De lo contrario, habrá que buscar otros caminos. Entre las protagonistas de tal desafío deportivo, se encuentra Liliana Fernández, la componente del Proyecto FER.
Para la deportista alicantina, el inminente escenario que propone el vóley playa internacional le resulta familiar. Ya lo exploró hace 8 y 4 años. En ambos casos, con éxito. Ahora, de nuevo, aspira a desenvolverse con destreza en un territorio selvático, de tremenda exigencia y competencia. Todo, para conseguir ser olímpica en Tokio 2020 por tercera ocasión consecutiva. “De momento, en este último trimestre del año, yo y mi compañera Elsa Baquerizo vamos a jugar solo un World Tour 4 Estrellas, el de Las Vegas a finales de octubre. Todas partimos de cero. El casillero de puntos empezó a moverse en septiembre y se cerrará a principios de junio de 2020, mes y medio antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Ahora bien, aunque todas partimos de cero en lo referente a la carrera a Tokio 2020, a la hora de encuadrarte en la previa o en el main draw (fase de grupos) de todos estos torneos clasificatorios, sí se considera todo lo hecho desde el inicio de 2018”, explica Liliana.
Tras su 2017 en blanco a causa de la maternidad, Liliana Fernández, que cumplirá 32 años el próximo mes de enero, ha retomado su frenesí deportivo en 2018. La deportista FER y la madrileña Elsa Baquerizo han disputado 9 grandes competiciones: 8 torneos del circuito internacional y el Campeonato de Europa. Sus mejores resultados han sido la quinta plaza en el World Tour 4 Estrellas de Varsovia y la cuarta plaza en el Europeo de Holanda. En este último certamen, tuvo muy mala suerte. Afrontó las semifinales y la lucha por el bronce con un dedo de la mano derecha roto. “De momento, el balance de 2018 es positivo. Empezamos con dudas. Era normal tras mi parón por la maternidad. Pero, con el paso de las semanas, experimentamos una sensible mejoría. Lástima de la lesión en plena lucha por las medallas en el Campeonato de Europa… Pero bien, somos optimistas y estamos ilusionadas”, comenta Liliana.
Desde ya, todo está condicionado por Tokio 2020. Desde el minuto posterior a la eliminación en los octavos de final de Río 2016, Liliana tiene entre ceja y ceja la presencia en sus terceros Juegos Olímpicos. “El objetivo es claro. A principios de junio de 2020, tenemos que estar entre las 15 primeras del ranking internacional. Es difícil, claro, pero ya lo conseguimos en Londres 2012 y en Río 2016. Cuentan los 12 mejores resultados desde ahora hasta junio de 2020. Si no lo conseguimos de forma directa, siempre nos queda la Continental Cup europea; es decir, el Preolímpico europeo. Incluso, hay una tercera opción, un Preolímpico global o mundial. De todas estas vías, saldrán las 9 parejas restantes hasta completar los 24 dúos que forman el torneo olímpico. Ojalá lo solventemos por el camino más rápido y directo, y estemos entre las 15 mejores del ranking internacional en el mes de junio”, concluye Liliana. Arranca la carrera hacia Tokio 2020.