Julia Figueroa y Héctor Cabrera ya ven la luz tras pasar por el quirófano

Un paso atrás para coger impulso. Un paréntesis para regresar mejores. Un parón para disfrutar más a la vuelta. Y un tiempo de reflexión con un gran objetivo en el horizonte. Así es como se toman dos grandes deportistas del Proyecto FER, la judoca Julia Figueroa y el atleta adaptado Héctor Cabrera, sus respectivos pasos por el quirófano. Contra su voluntad, ambos han tenido que someterse a sendas operaciones quirúrgicas. A Julia la han operado del hombro izquierdo. A Héctor, de la rodilla derecha. Los dos se encuentran inmersos en los siempre monótonos y tediosos procesos de rehabilitación. No obstante, atemperan su impaciencia y desasosiego con el mejor antídoto: el sueño de disputar, dentro de ocho meses, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio. No hay mejor calmante. 

Julia Figueroa (29 años, nacida en Córdoba, pero afincada en Valencia desde 2009) fue intervenida del hombro izquierdo el pasado 10 de septiembre. Es decir, hace justo 2 meses. Pocas semanas antes de la operación, en agosto, se percató de que no podía demorar el paso por el quirófano. “En realidad, sufría dolores desde los 16 años. Pero últimamente, me afectaba al día a día. Es curioso, haciendo judo, entrenando al máximo, llevando el cuerpo al límite, no me molestaba. Sin embargo, al andar, al montar en bicicleta, al beber agua, un simple movimiento del hombro, por leve que fuera, me hacía ver las estrellas. Tenía el labrum afectado. En los últimos meses, los pinzamientos eran cada vez más habituales y dolorosos. No podía retrasarlo más”, explica Julia. Desde hace unos días, la judoca FER ya ha empezado a ejercitarse suavemente. El tiempo estimado de baja oscila entre los 4 y los 6 meses. “Por tanto, espero volver a entrenar con cierta normalidad a finales de año”, comenta Figueroa.


Para Julia, la actual situación no le resulta novedosa. En mayo de 2017, tuvo que pasar por el quirófano. En aquella ocasión, a causa de una grave lesión sufrida en la rodilla izquierda, percance que la tuvo apartada de los tatamis durante 8 meses. “Aquella experiencia, mucho más traumática que ésta, me está ayudando. Sé que hay que tener paciencia. Los altibajos emocionales, hay días mejores y días peores, son inevitables, pero lo llevo bastante bien. Por supuesto, me hubiera gustado competir en el Grand Slam de Budapest y en el próximo Campeonato de Europa de Praga, pero me animo con pensar en que, cada día que pasa, la reaparición está más cerca. Si todo va bien, espero estar apta para competir en febrero. En ese momento, es cuando me jugaré el pasaporte para estar en Tokio. El objetivo olímpico es la mejor vitamina”, comenta Julia. 

También hace dos meses, también en septiembre, fue operado Héctor Cabrera. El pasado 23 de julio, el atleta adaptado de Oliva pasó de la alegría a la preocupación en apenas 10 minutos. En Pamplona, en un control organizado por la Federación navarra de atletismo, Cabrera, de 26 años, protagonizó un excelente primer lanzamiento de jabalina (59,94m). Es decir, superaba en 20 centímetros el registro exigido por el Comité Paralímpico Internacional (59,70m) y se aseguraba el pasaporte de los Juegos de Tokio. “Mi alegría resultó efímera y se convirtió en inquietud sólo 10 minutos después. Al segundo intento, se me torció la rodilla. Enseguida supe que era algo serio. Empecé a tener un dolor bastante intenso y a cojear sensiblemente. Pocos días más tarde, se confirmaban los peores presagios: rotura del ligamento cruzado anterior y afectación del menisco de la rodilla derecha. Había que pasar por el quirófano y el tiempo estimado de baja rondaría los seis meses”, recuerda Héctor.

Nada más someterse a esta nueva intervención quirúrgica (la tercera tras la de 2016, de una hernia discal, y tras la de principios de 2020, de una hernia inguinal), el deportista FER se trasladó a Madrid. “Llegué a la capital de España el 18 de octubre. Y aquí seguiré con mi rehabilitación hasta el 18 de diciembre. Me atienden los servicios médicos del Comité Paralímpico Español. Lo peor ya ha pasado; sobre todo, a nivel mental. Mi estado anímico no tiene nada que ver con la desolación del verano. Ya empiezo a ver la luz. Si los plazos se cumplen y en marzo ya estoy prácticamente al 100%, dispongo de tiempo más que suficiente para preparar a conciencia los Juegos Paralímpicos y llegar a Tokio en plenas garantías”, concluye Cabrera.

Además, en ambos casos, los Juegos de este próximo verano son largamente esperados. Tanto como Julia como Héctor estuvieron en Río. A pesar de las expectativas que despertaban, no pudieron brillar. Ella, sobre el tatami; él, con la jabalina en la mano. Desean saldar deudas pendientes en la capital nipona. Otro motivo más para dejar atrás las intervenciones quirúrgicas y pensar en positivo.