A tenor de lo visto el pasado viernes, nadie diría que a Julia Figueroa le ha costado, más de la cuenta, retomar la rutina, regresar a los tatamis, reencontrarse con la exigencia. A pesar del largo paréntesis de seis meses sin competir, desde los pasados Juegos Olímpicos del pasado verano, la deportista FER, de 30 años, ha inaugurado el nuevo ciclo olímpico a lo grande, con una espectacular medalla de bronce en el Grand Slam de Tel Aviv. Un podio tan valioso como simbólico. En el durísimo combate por un puesto en el podio, Julia se impuso a la israelí Shira Rishoni, la rival que le derrotó en el tatami olímpico de Tokio. De esta forma, la judoca cordobesa, pero formada deportivamente en Valencia, demuestra que afronta con plenas garantías el camino que ha de conducirle hacia París 2024, los que serían sus terceros Juegos.
No. Una cosa es que, en efecto, me haya costado retomar la máxima intensidad de entrenamientos, y otra, muy distinta, mis sensaciones en el día a día, que son muy buenas desde que volví a los tatamis. Sabía que podía rendir a este nivel y que podía subir al podio en Tel Aviv. Por cierto, en mi primer torneo posterior a los Juegos de Río, acabé quinta en el Grand Slam de Abu Dabi. Es decir, ya vamos por delante con respeto al anterior ciclo…
Las despeja… si las tuviera, pero no las tengo, la verdad. Confío mucho en mí, en mi judo, en mis condiciones, en mi carácter, en mi mentalidad. Sé que me espera un camino durísimo hasta llegar a París, pero estoy preparada y mentalizada. No obstante, paso a paso. Mis objetivos en 2022 son hacer un buen Europeo y un buen Mundial.
No soy de las que se fijan en este tipo de detalles o curiosidades. Antes de empezar el combate, sabía, por supuesto, que iba a enfrentarme a la rival que me derrotó en Tokio, pero no me causaba una especial motivación o ansiedad. Ya me he medido a ella en diversas ocasiones. Estamos muy equilibradas. Por ello, intuía que sería un duelo muy duro e igualado. Y desde luego, lo fue.
Sí que me he enfrentado a rivales del país anfitrión del evento en cuestión. No, en muchas ocasiones, pero sí, en algunas. La verdad es que me gusta, me motiva. El pasado viernes, en Tel Aviv, experimenté algo especial. Nunca había tenido esa sensación. El publico apretó de lo lindo. Ahora bien, también me da envidia sana. En España, es casi impensable.
A falta de confirmación, no tengo previsto acudir a los próximos Grand Slam. El de Tiblisi, a finales de marzo. Y el de Antalya, en Turquía, a principios de abril. Si no hay cambio de planes, mi próxima gran competición será el Campeonato de Europa en Bulgaria, a finales del mes de abril. Y ya, a partir de junio, a iniciar el proceso clasificatorio para los Juegos de París.