Entre los miles y miles de deportistas mundiales que, durante el mes de marzo, contuvieron la respiración a la espera de que el Comité Olímpico Internacional decidiera el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio, se encuentra una de las nuevas caras del FER 2020. Una incorporación ilustre. Cordobesa de nacimiento, pero residente en Valencia desde 2009, Julia Figueroa Peña buscará el próximo año en Tokio la revancha que lleva esperando desde hace cuatro años. En 2016, la judoca FER compitió en los Juegos de Río, donde cayó eliminada en el primer combate. “Fue una decepción, desde luego, pero de verdad, no me traumatizó especialmente. Es obvio que un evento olímpico tiene un simbolismo y una repercusión singulares; pero, en el fondo, es una competición más. Es decir, puedes caer en la primera ronda, lo que me ocurrió a mí. Lo asumí con naturalidad y sin obsesiones. Espero tener otra oportunidad dentro de un año en Tokio”, comenta Julia.
Al igual que otros muchos deportistas, Julia Figueroa está pendiente y deseosa de saber cómo se recompone el proceso clasificatorio para los Juegos de Tokio, absolutamente dinamitado por culpa del covid-19. Si esta crisis no se hubiera desencadenado, a mitad de junio, se iban a conocer todos los judokas que habían conseguido el pasaporte olímpico. Con independencia de las decisiones que se adopten y de los plazos que se establezcan, Julia está lidiando una gran batalla con la madrileña Laura Martínez para ser la representante española en la categoría de menos de 48 kg. En la actualidad, Julia disfruta de una ligera ventaja en la carrera hacia Tokio, pero las alternativas entre ambas son constantes. La igualdad, extrema. En 2020, antes del tsunami generado por el coronavirus, la nueva deportista FER aún pudo conseguir un gran resultado: medalla de bronce en el Grand Slam de Dusseldorf. Además, el pasado año, Julia logró el oro en el Grand Prix de Marrakech, tres platas (en los Grand Slam de Ekaterimburgo, de Bakú y de Osaka) y tres bronces (en el Campeonato de Europa, en el Grand Prix de Perth y en el Grand Prix de Budapest).
La judoka nacida en Córdoba, pero formada deportivamente en Valencia, empezó a practicar este deporte a los 4 años. “Era una de las actividades extraescolares que impartían en el centro al que iba y me apunté. Es decir, mi inicio fue bastante casual. Lo que más me gusta de mi deporte es la tensión, la adrenalina, la emoción inherente a la competición. Lo que menos, o lo que más me cuesta, controlar el peso y todos los sacrificios que este control exige”, comenta la deportista del Valencia Club de Judo. Julia se entrena bajo la supervisión de dos símbolos del judo valenciano y español durante los últimos años, Laura Gómez y Sugoi Uriarte, componentes del Proyecto FER como ReFERentes. “Desde luego, es una suerte contar con su experiencia y asesoramiento; pero, sobre todo, ha sido una ventaja el haber coincidido con ellos como competidores en el anterior ciclo olímpico, el que confluyó en Río 2016. Nos conocemos perfectamente, en las buenas y en las malas, y tenemos una idea muy parecida de cómo plantear los combates y las competiciones, lo cual me proporciona mucha seguridad”, confiesa Figueroa.
Reacia a la hora de destacar sus virtudes y de reconocer sus defectos, Julia Figueroa, de 29 años, se define como una persona “sencilla, introvertida y cabezota. Soy bastante normal. Me gusta leer, ir al cine, pasear y pasar ratos con mi perro. Me gustan muchos deportes. Por ejemplo, el balonmano y el triatlón me generan un especial interés. No obstante, al margen del judo, si tuviera que elegir otras modalidades a las que me hubiera dedicado, escogería el fútbol o la gimnasia artística”, señala la deportista cordobesa. Por último, Julia confiesa haber tenido muchos ídolos desde pequeña, pero siente una especial admiración por la japonesa Misato Nakamura (menos 52 kg), doble medallista de bronce en los Juegos de Pekín 2008 y Río de Janeiro 2016.