El rugby español alcanzó en 2016 sus máximas cotas de crecimiento y popularidad. Llegó a su particular éxtasis deportivo. Pero también, al final de una etapa. La histórica y memorable clasificación de la selección española de rugby 7 para los Juegos Olímpicos de Río representó, en sí misma, un punto de inflexión. Concluía un camino y se iniciaba una nueva era. En pleno proceso de renovación del combinado nacional absoluto, emerge un superviviente. Una figura que simboliza la transición entre el pasado más glorioso y el futuro más incierto, pero también más ilusionante. Es el representante FER Javier Mario Carrión Llorens. A sus 26 años, el deportista nacido en la población valenciana de Godella, pero afincado en Alicante, atraviesa su etapa de madurez. Javier afronta el nuevo ejercicio con diversos retos por cumplir y conquistar. Y en un horizonte más lejano, repetir presencia olímpica en Tokio 2020.
Aires de cambios y de renovación en el rugby 7 nacional. ¿Esperamos muchas diferencias entre la nueva selección y la de los últimos años?
Es verdad que se retiran muchos jugadores que tenían un peso importante en la selección, pero no es menos cierto que se mantiene una base y que se incorporarán jóvenes con mucha calidad y ambición. Por tanto, seguro que perderemos algo de madurez y experiencia; pero, por contra, esta pérdida se podrá contrarrestar con frescura e ilusión. Seguiremos siendo competitivos.
A tus 26 años, se supone que serás una pieza básica en la selección de rugby 7, pero de momento estás participando más en la de 15. ¿Se pueden compatibilizar ambas?
Por supuesto. De momento, he entrado en las convocatorias de la selección de rugby 15 para los primeros partidos correspondientes a la clasificación para el Mundial 2018 en Japón. En todo caso, espero en breve empezar a contar para el nuevo seleccionador del combinado de seven con vistas a las grandes competiciones de este año. Creo que puedo desdoblarme en ambas selecciones, es perfectamente compatible.
En 2017, la selección española de rugby 7 afronta dos grandes citas: por una parte, en abril, el intento de ascenso y, por tanto, de regreso a las Series Mundiales masculinas; por otra, en verano, una nueva presencia en el Campeonato de Europa. Centrémonos en el primer evento. ¿Cómo ves las opciones de ascenso? Porque este año, vuelve solo a subir el primer clasificado…
Es un torneo muy difícil. En efecto, solo asciende una selección, el campeón de los doce combinados participantes. El pasado año, llegamos muy fuertes y con un equipo muy trabajado, pero perdimos en los cuartos de final contra un rival que, en principio, era inferior a nosotros, Hong Kong. Tenemos que afrontar esta competición muy mentalizados. En teoría, los contrincantes más temibles y cualificados son Zimbabue y Kong Kong. Pero el premio de que solo asciende un equipo es carísimo.
Aunque todavía está lejano en el tiempo, imaginamos que, tras lo vivido en Río 2016, querrás, como sea, repetir presencia olímpica en Tokio 2020…
Por supuesto. Aunque a corto plazo ilusiona ascender a las Series Mundiales, como unos Juegos Olímpicos, no hay nada. Es un evento incomparable. La experiencia de Río fue inolvidable. Me gustaría repetir en Tokio.
Por lo que respecta a la competición doméstica, todo va encaminado a que tu equipo, la Vila-joiosa, ascienda este año a la división de honor. ¿Lo ves factible? Si ascendéis, lo normal es que en la temporada 2017-2018 siguieras jugando en el equipo alicantino, ¿es así?
La verdad es que tenemos un equipo muy compensado. Es cierto que en nuestro grupo, formado por el resto de equipos valencianos y los conjuntos catalanes, estamos demostrando ser los más fuertes. Pero esto es muy largo y, en la fase definitiva por el ascenso, nos enfrentaremos a rivales muy potentes de otras autonomías. Por tanto, no podemos pecar de euforia. Si subimos, en principio me gustaría seguir en la Vila, pero aún es pronto para pensar en esto.