A Javier Chicote y Cheyenne Brito Rico no solo les une la práctica y la pasión por el taekwondo. También, las ganas de recuperar en los próximos meses parte del esplendor que han perdido durante el pasado curso. Ambos deportistas alcanzaron grandes resultados hace dos temporadas. En 2017, Chicote se proclamó campeón de España sub’21 y campeón de Europa Universitario en Portugal. Mientras, Cheyenne firmó otro espectacular doblete: oro en el Nacional cadete y, sobre todo, oro en el Mundial cadete de Egipto. Unos brillantes registros que no encontraron continuidad en el pasado ejercicio. Lejos de amilanarse, los dos taekwondistas extraen conclusiones positivas y lecciones para aplicar en el futuro más inmediato.
A sus 20 años, Javier Chicote afronta un curso muy especial. Ya ha dejado atrás la división sub’21 y ya se adentra de pleno en la categoría absoluta. “Soy consciente de que en el primer semestre de 2018 los resultados no fueron los soñados. No pude revalidar el título de campeón de España sub’21, caí en el segundo combate del Nacional absoluto, y no pude destacar en los Open Internacionales de España y Holanda. Pero esto continúa y tengo más ganas que nunca de pegarme con los absolutos”, apunta el deportista de Paiporta. Javier, que se inició en el taekwondo “por razones familiares, porque mi hermano lo practicaba”, comenta que su punto fuerte son “las acciones ofensivas. Creo que llegó muy bien a las patadas a la cabeza del rival”. Por contra, “mi faceta más débil es el aspecto físico. Esto tengo que mejorarlo bastante”, añade el deportista FER, perteneciente a la categoría de peso de menos 74kg.
Se define como extrovertido, abierto y divertido: “Me gusta sacar una sonrisa a la gente. Además, tengo otros deportes favoritos como el fútbol, el boxeo y el baloncesto. Y, si alguna vez consigo algún gran éxito deportivo, tengo claro lo que haría: tintarme el pelo con colores extravagantes”, comenta, entre risas, Javier Chicote. Por su parte, Cheyenne Brito Rico, de 15 años y natural de Vinaròs, siente auténtica devoción por el taekwondo. “Es un deporte espectacular, noble, transmite muchos valores, me permite conocer mucha gente, me da la posibilidad de viajar a muchos lugares… No lo cambiaría por nada”, apunta la joven deportista del Proyecto FER. Las dificultades vividas durante 2018 no le han sorprendido. “Me esperaba un año complicado y así ha sido. La temporada del salto de cadete a junior siempre es dura. Por eso, no me lo he tomado con tranquilidad, como un año de transición y aprendizaje. Seguro que, en 2019, ya con más experiencia, todo cambia”, comenta la de Vinaròs, cuyo mejor resultado en el pasado ejercicio fue un bronce en el Open Internacional de España.
Cheyenne se inició en el taekwondo a los 6 años. “Mi padre practicaba King Boxing. Le dije que me gustaría emularlo, pero le pareció demasiado agresivo y me apuntó al taekwondo”, rememora Cheyenne. Hasta la fecha, la joven deportista de Vinaròs vivió su momento cumbre con el título de campeona del Mundo cadete, logro alcanzado en Egipto, en 2017. “Soy una persona y una taekwondista muy luchadora, de las que no tiran la toalla fácilmente. Además, me considero extrovertida y noble”, añade la deportista FER. En cuanto a sus ídolos, tiene como principales referentes a ilustres taekwondistas nacionales como Eva Calvo o Brigitte Yagüe, “pero, sobre todo, admiro especialmente a la norteamericana Ronda Rousey”. Amante de la música y seguidora de la natación, Cheyenne sueña con tatuarse el símbolo de los Juegos Olímpicos, y con que su deporte sea más seguido y popular.