La localidad alicantina de Finestrat, en la comarca de la Marina Baixa, es uno de los enclaves más bellos y fascinantes de la Comunitat Valenciana. Sus calas, sus playas, su casco antiguo, la ruta del Puig Campana, su castillo, la plaza de la Torreta… Sus encantos turísticos son incontables. No obstante, Finestrat empieza a cobrar celebridad por otros motivos. En concreto, por razones deportivas. Los ‘culpables’ de tal notoriedad son Violeta Díaz y Jairo Agenjo, dos jovencísimos taekwondistas empeñados en que su población adquiera más relevancia y proyección. Jairo y Violeta están lanzados. Sus crecimientos son vertiginosos. Sus progresiones son meteóricas. Así lo reflejan los resultados cosechados durante los últimos tiempos. No obstante, los éxitos alcanzados en el reciente fin de semana representan una vuelta de tuerca más. Entran en el terreno de lo excepcional, de lo extraordinario. Casi, de lo inexplicable. Casi de lo sobrenatural.
Los dos deportistas del Proyecto FER tienen todavía 16 años. Es decir, aún pertenecen a la categoría junior. Este pasado sábado, afrontaban el primer torneo internacional en categoría absoluta. Disputaban el Open Internacional de los Países Bajos. Otros podrían haber acusado los nervios del debutante, la presión del novato, los titubeos del principiante. Pero Jairo y Violeta, Violeta y Jairo van sobrados de personalidad. Ni complejos, ni miedo escénico. Hacen gala de un aplomo, de una madurez, de un saber estar y de un temple impropios de su edad y de su teórica inexperiencia. Tienen duende. Están tocados por una varita mágica. No sólo compitieron bien. Se mostraron como auténticos gigantes. Uno tras otro, una tras otra, fueron doblegando a sus oponentes. Se plantaron en sus respectivas finales y conquistar las medallas de oro. Ambos ganaron cinco combates. Jairo en menos 54 kg. Violeta en menos 46 kg. Campeones en su bautismo internacional absoluto. Tan asombroso como real.

Los hitos conseguidos en Países Bajos tienen, si cabe, más valor e importancia al llegar en un Open que era clasificatorio y puntuable para el Campeonato del Mundo absoluto de 2025 (en el mes de octubre, en China). Desde la distancia, la obtención del pasaporte mundialista por parte de dos imberbes de apenas 16 años puede resultar una utopía. Sin embargo, Juan José González Pastor, el entrenador de estas dos perlas, siempre ha transmitido su optimismo. Una ilusión basada en el día a día. Una esperanza albergada por quien los conoce perfectamente, por quien sabe de qué son capaces, por quien intuye hasta dónde pueden llegar. De momento, la carrera hacia el Mundial ha comenzado con un valiosísimo golpe de efecto. China, sede del certamen mundialista, sigue estando muy lejos. En sentido real y geográfico, pero también, deportivo y metafórico. Ahora bien, no tanto como antes de triunfar el pasado sábado en los Países Bajos.
La agenda de Jairo y Violeta sigue siendo muy densa. Este próximo sábado, competirán en el Campeonato de España junior, en Tarragona. A priori, y con el nivel que han alcanzado, puede parecer un torneo menor y, hasta cierto punto, prescindible. Pero tiene su sentido. Ambos cumplen en 2025 su tercera y última temporada en la categoría junior. Es decir, uno de sus objetivos en el presente curso es el Campeonato de Europa junior, programado en Suiza en el mes de noviembre. Y, para estar en ese certamen continental junior, hay que ganar previamente el Campeonato de España. Con posterioridad, en el primer fin de semana de abril, llegará otro Open internacional, el de Serbia, un nuevo torneo puntuable para el Campeonato del Mundo. Jairo y Violeta ya han demostrado que son capaces de todo. No temen ni a nada ni a nadie. Bendita insolencia.