Año tras año, el taekwondo cobra más presencia y notoriedad en el Proyecto FER. Su crecimiento es constante. No solo en términos cuantitativos. También, cualitativos. Cada vez que este arte marcial aparece en la agenda con alguna competición acostumbra a proporcionar alegrías. Su contribución resulta casi infalible. El taekwondo concede riqueza y prestigio al equipo FER. Y, lo más importante, aporta relevo. Asegura continuidad. En cada edición, asoman jóvenes valores. Nuevos talentos que alumbran el futuro. Por ejemplo, Hugo Arillo e Iñaki Boix. El primero es un ilicitano de 16 años, y que en 2018 cumple su segundo y penúltimo ejercicio como junior. Hugo se inició en esta modalidad “a los 6 años, porque mi hermano mayor también lo practicaba. Ahora no puedo imaginarme la vida sin el taekwondo. En el buen sentido de la palabra, siento verdadera adicción. Saltar al tapiz para entrenar o competir me provoca auténtica adrenalina”, comenta el nuevo deportista FER.
Hugo Arillo no es excesivamente alto ni corpulento. Más bien, todo lo contrario. De hecho, compite en la categoría de menos de 55 kg. Se define como un taekwondista “implicado, disciplinado, con un gran entusiasmo por este deporte y con una especial capacidad para ser frío en los combates y para saber leerlos”. En España, dominó durante su etapa como cadete. En 2017, no acusó el salto de categoría y se proclamó campeón nacional junior, corona que revalidó el pasado mes de febrero. A principios de abril, afrontó una especialmente relevante: el Mundial junior de Túnez. Una microrrotura fibrilar sufrida pocos días antes del certamen mundialista le lastró. Tuvo que retirarse en el segundo asalto. Hugo abandonó Túnez con sensaciones agridulces. Unas jornadas antes sí había conseguido otro de sus grandes objetivos: la clasificación para los Juegos Olímpicos de la Juventud, previstos en Buenos Aires para dentro de pocas semanas, para el mes de octubre. Extrovertido y risueño, no duda en “agradecer el apoyo y el sacrificio de su familia para cumplir el sueño de triunfar en este deporte y para, puestos a pedir, acercarme a uno de mis ídolos, el coreano Lee Dae-Hoon”, señala.
Todavía más menudo, que no vulnerable, es Iñaki Boix Madrigal (Gandía, 2001). El deportista gandiense (menos de 45 kg) cerró el pasado verano su etapa como junior en el presente curso. En febrero, se proclamaba campeón de España. Y en marzo, se adjudicaba el prestigioso Open Internacional de Holanda. Iñaki lleva practicando el taekwondo desde que era un niño, desde los 4 años. No es especial mitómano. No tiene ningún referente en el que reflejarse. “Intento aprender cada día. De cualquier compañero de club. De cualquier rival en cualquier competición. Creo que mi punto fuerte es mi elasticidad, mi movilidad, mi rapidez en los movimientos. Por contra, he de mejorar en el aspecto defensivo; sobre todo, he de cubrirme mejor la cabeza”, señala Iñaki.
Estudiante de Primero de Bachiller, Iñaki quiere estudiar un módulo de actividades físico-deportivas. Es un chico “constante, trabajador, aunque a veces un poco alocado e impulsivo, tanto en el tapiz, como fuera del mismo”. Le concede mucha importancia a los beneficios extradeportivos que le ofrece el taekwondo. Por ejemplo, “la posibilidad de viajar, de conocer nuevos destinos y, sobre todo, de conocer a mucha gente. Eso también es lo bueno de meterte más a fondo en este mundillo. Te enriquece como persona, te aporta muchas experiencias”, comenta el deportista FER. Aunque es consciente de que el futuro presenta muchas incógnitas, Iñaki muestra una gran seguridad en sí mismo. Tanto que no ve “ni utópico ni imposible llegar a unos Juegos Olímpicos. Es cuestión de creer, de soñar, de pensar que se puede”, comenta el taekwondista gandiense. Hugo Arillo e Iñaki Boix. Dos nuevos ejemplos de la inagotable cantera del taekwondo valenciano.