Héctor Catalá: un Europeo y un Mundial para restañar la amargura de París

El paso del tiempo atenúa una amarga experiencia. Quizás, no la cure por completo, pero sí contribuye a suavizarla. A mitigar y a paliar sus nocivos efectos. A esta teoría se aferró Héctor Catalá minutos después de la desgracia sufrida el lunes 2 de septiembre. En plena disputa de los Juegos Paralímpicos de París, el triatleta adaptado del Proyecto FER fue víctima de un penoso percance. Durante el segmento de ciclismo, a Héctor y su guía, el balear Carlos Oliver, se les salió la cadena de la bicicleta. Rápidamente, con las pulsaciones aceleradas y los nervios disparados, trataron de resolver la avería mecánica, pero sólo unos segundos después, y, muy posiblemente, como consecuencia de la ofuscación, un tropiezo con una acera al trazar una curva dio con sus huesos en el suelo. En ese momento, ya fue imposible retomar la competición. La bici quedó maltrecha. El ánimo, destrozado.

El infortunio adquiría más gravedad al comprobar el escenario en el que se encontraba la carrera. El contratiempo llegó en plena recuperación. Tras haber acumulado un cierto retraso en el tramo de natación, Héctor Catalá y su guía estaban protagonizando una espectacular remontada. Todavía quedaba mucha tela que cortar, pero la opción de alcanzar el podio tomaba cuerpo y forma. Al menos, de estar en la pelea por las plazas nobles. Sin embargo, todo saltó por los aires, y por los suelos, en cuestión de segundos. Han transcurrido casi tres semanas desde aquel desgraciado episodio. Héctor Catalá (Serra, 36 años) no lo ha olvidado. Seguramente, nunca lo podrá borrar de su mente por completo. Pero intenta pasar página para afrontar, con las mayores garantías posibles, los dos grandes eventos que va a disputar antes de que acabe la temporada. A finales de octubre, el Campeonato del Mundo, en Málaga. Antes, este domingo el Campeonato de Europa, en Francia.

La primera pregunta es obligada. ¿Cómo te encuentras casi tres semanas después de vivir una de las peores experiencias de tu vida deportiva?

Una de las peores, no. La peor experiencia de mi vida. Jamás había tenido una sensación de tal amargura, de tal frustración, de tal impotencia, de tal rabia, como la experimentada en París. Era la primera vez que me retiraba en una carrera. Dicho esto, me encuentro mejor. El paso del tiempo lo suaviza y lo relativiza todo, lo bueno y lo malo. Ahora, se trata de convertir esa rabia en motivación.

¿Te sigue viniendo a la mente de forma reiterada aquel momento? ¿O ya no tanto?

Me viene a la mente, pero, afortunadamente, cada vez menos. También es cierto que las últimas jornadas han sido de mucho ajetreo, de mucho compromiso. Esta actividad ha ayudado a mitigar el impacto de lo ocurrido en París. Pero sí, me siguen viniendo esas imágenes y esos momentos a la cabeza. Cuando eso ocurre, intento pensar que fue ajeno a mi voluntad, que no dependía de mí. Y este tipo de imponderables no se pueden ni prever ni controlar.

¿Crees que, con el tiempo, podrás olvidar este percance? ¿O infortunios de este calibre son imposibles de borrar?

Creo que borrarlo por completo será imposible. De la misma forma que alegrías como el oro en el Mundial de 2019 o la plata de los Juegos de Tokio tampoco desaparecerán nunca de mi mente, la desgracia de París será imposible de olvidar totalmente. Pero reitero, días después del accidente, todo era pesimismo y abatimiento. Ahora, lo veo como gasolina, como aliciente.

Miremos ya hacia el futuro. En el fondo, por aquello de la opción de tomarte la revancha, ¿ha sido una suerte que los Juegos de París no hayan sido la última competición del año, y que aún figuren en el calendario el Europeo y el Mundial?

Sin duda. En este caso, el calendario me ha favorecido. Tener retos tan atractivos como el Europeo, este próximo fin de semana, y el Mundial, en octubre, me va a venir muy bien. Aunque consiga, por ejemplo, un gran resultado en el Mundial, no voy a poderme quitar la espina de París (más que una espina, es una espada), pero sí es cierto que estos desafíos tan importantes e inmediatos me han ayudado. Además, siento que sigo en un gran estado de forma.

Precisamente, ¿tendrás que controlar esas ansias de resarcirte y de restañar la herida de París? ¿O, con tu experiencia, no crees que te traicionen un posible exceso de revoluciones?

No encaro el Europeo y el Mundial con ese planteamiento. Obviamente, como siempre, quiero estar lo más arriba posible en ambas carreras, pero no las afronto como una especie de venganza de París. Además, en el triatlón, un exceso de revoluciones te penaliza con total seguridad. Voy al Europeo y al Mundial con la filosofía propia de enfrentarme a dos grandes carreras. Quiero desligarlas de los Juegos. No me las tomo como un ‘si o sí’.