Desde hace un tiempo, Héctor Cabrera se ha visto obligado entrenar más las emociones que el propio lanzamiento de jabalina, su especialidad atlética. Todo empezó el 23 de julio de 2020. En aquella fecha, el deportista FER (Oliva, 28 años) se lesionó gravemente mientras competía en un control organizado por la Federación navarra de atletismo en Pamplona. Tras un excelente primer lanzamiento de 59,54m, sufrió una fuerte torsión en su rodilla derecha al ejecutar el segundo tiro. De inmediato, supo que tenía algo serio. Días más tarde, un viernes 31 de julio, se confirmaban los peores pronósticos: rotura del ligamento cruzado anterior y afectación del menisco de la rodilla derecha. Estaba obligado a pasar por el quirófano. Fue operado en septiembre.
Un año más tarde de la intervención quirúrgica, llegaban los Juegos Paralímpicos. Héctor estuvo cerca de perdérselos. Pocas semanas antes, estaba hundido. Las molestias en su rodilla no remitían. Le impedían entrenar en plenitud de condiciones. No se veía para competir en Tokio. Impotencia. Por su cabeza, rondaron los peores pensamientos. Estuvo a punto de dejar el deporte y renunciar al sueño de competir en sus segundos Juegos. Pero finalmente, encontró la fuerza para seguir. Su familia y su entorno más cercano acudieron al rescate. Viajó a la capital nipona. Bendita decisión. En Tokio, logró la medalla de bronce, un éxito que le sabía a gloria tras todas las penalidades vividas.
Tras el triunfo deportivo, regresó el baño de realismo. Cabrera no tenía otra alternativa que volver a operarse. El atleta FER se reencontró con el quirófano en diciembre de 2021. Aunque no tan largo como en la primera ocasión, el proceso de recuperación ha sido, de nuevo, costoso y prolongado. Ha requerido de paciencia. Felizmente, la travesía por el desierto parece que, ahora sí, llega a su fin. Hace algunas semanas, en septiembre, Héctor Cabrera volvía a pisar un tartán para afrontar una competición. En concreto, la Reunión Internacional celebrada en Marrakech. Lo de menos fue la marca alcanzada. Lo más importante se centraba en recuperar sensaciones, en volver a sentirse atleta
Todavía no al 100%, pero muy cerca de la plenitud. Al no haberse celebrado ningún evento internacional de referencia durante 2022, nos hemos tomado el proceso de recuperación con calma, con tranquilidad, sin prisas. A medida que pasan las semanas, vamos incrementando la exigencia. De momento, la respuesta es satisfactoria.
No sé si me encuentro en el mejor momento emocional de mi trayectoria, pero sí estoy muy bien de ánimos. Desde luego, nada que ver con mi estado en los meses previos a los Juegos Paralímpicos de Tokio, momento en que toqué fondo. Pero de todo se aprende, también de las etapas más adversas.
Si no hay ningún contratiempo que se interponga en mi camino, estoy convencido de que llegaré perfecto. La idea es empezar a lanzar ya al 100% a partir de febrero y alcanzar el pico de forma durante el verano, para el Mundial en París.
Ese es el objetivo. En el Mundial de París, no sólo aspiro al podio por lograr un gran resultado en todo un certamen universal. Además, una medalla en el Mundial te concede el pasaporte automático para los Juegos Paralímpicos. Y, por supuesto, me veo en condiciones de mejorar y superar mi marca personal, esos 64,89m que alcancé en el Mundial de Dubai del año 2019.