Memorable. Apoteósico. Inolvidable. Fátima Diame y Enrique Llopis, las dos grandes estrellas del atletismo valenciano, han entrado, de lleno, en la celebridad. En Glasgow, sede del certamen, han protagonizado un Campeonato del Mundo en pista cubierta para la historia. Fátima, por su medalla de bronce en el salto de longitud. Quique, por su cuarta plaza en los 60m vallas. Desde hace algunos años, ambos son reconocidos, respetados, venerados y hasta idolatrados. Ahora, han irrumpido en el escenario internacional y han ratificado la inmensa categoría que atesoran.
Fátima Diame da el gran salto
Era cuestión de tiempo. La incógnita residía en el cuándo (en qué evento), en el dónde (en qué escenario) y en el cómo (con qué marca). Aunque las oportunidades y los trenes iban pasando, pocos dudaban de que su eclosión, su encumbramiento, acabaría llegando. No era una simple cuestión de fe. La esperanza respondía a sus condiciones, privilegiadas, a sus características, portentosas, a su técnica, impecable, y a sus nulos, muy largos. Y así ha sido. Fátima Diame (Valencia, 27 años) ascendió ayer a su primer gran podio internacional. Logró un bronce en el Mundial bajo techo desarrollado en Glasgow. Aunque sólo sea por un centímetro, la distancia que sacó a la cuarta clasificada, la deportista FER ya ha rebasado una frontera que parecía insuperable.
El bronce conquistado en Glasgow tiene una medición muy concreta: 6,78m. Diame cazó este salto en su quinto y penúltimo intento. Antes, había llegado hasta los 6,51m. Su éxito es muy meritorio. Fátima, que lleva dos años y medio bajo las órdenes del mítico Iván Pedroso, no había preparado a conciencia la temporada invernal. Como en otros muchos casos, su estrategia está enfocada hacia el apasionante verano que se avecina. Primero, con el Europeo (en junio, en Roma); después, cómo no, con los Juegos Olímpicos (en agosto, en París). El brinco de bronce firmado ayer en el certamen mundialista es su tercer mejor registro de siempre. Se quedó a cuatro centímetros de su plusmarca personal, esos 6,82m alcanzados en dos ocasiones, y ambas al aire libre (en el Mitin de Castellón, en 2021; y en el Mundial de Budapest, en 2023). Tras este espaldarazo a su carrera, Fátima Diame ya mira al futuro con otros ojos. Con una mirada de más seguridad, autoestima y confianza. Lo dicho, era cuestión de tiempo.
Quique Llopis, chocolate muy dulce, nada amargo.
Sólo hace falta que las lesiones le respeten, que los contratiempos no aparezcan. Si lo externo no interfiere, si lo ajeno a su voluntad no le limita, Enrique Llopis Doménech (Bellreguard, 23 años) ya se encarga del resto. Es decir, de demostrar su clase, de evidenciar su calidad, de plasmar su proyección, de transmitir su madurez, de enseñar su competitividad… Precisamente, todo lo que el deportista FER hizo durante el pasado sábado, en el Mundial de pista cubierta. Llopis logró una sensacional cuarta plaza en la final de los 60m vallas con un crono de 7 segundos y 53 centésimas. A pesar de que no pudo rebajar su marca personal, esos 7:48 establecidos en 2023, se quedó a tan sólo 6 centésimas del bronce, un resultado colosal que, ahora sí, sitúa al vallista valenciano en otra dimensión. En un estadio superior.
El atletismo empieza a devolverle a Llopis todo lo que le había negado en años anteriores. La lista de sobresaltos es amplia. Ninguno de ellos, sin embargo, se acerca a lo ocurrido en el Europeo del pasado año, en Estambul, con aquella conmovedora caída en plena final. Sus opciones, firmes y sólidas, de subir al podio se difuminaron de forma abrupta y repentina, en unas décimas de segundo. Quique acabó en un hospital de la capital turca. Lo pasado, pasado está. Ahora, el viento sopla de espalda. Hasta las milésimas, decisivas para esta cuarta posición en Glasgow, están de su parte. Época de bonanza, de estabilidad, de prosperidad. Momento para que el atleta valenciano, entrenado por el reputado Toni Puig, muestre toda su grandeza. Tanto física, por su altura, como deportiva, por su talento.
Este pasado sábado, Llopis fue de menos a más. Como mandan los cánones. Fue segundo en su serie con una marca de 7:66. Su gran reválida llegaba en las semifinales, ronda en la que se jugaba dar un paso adelante, trascender, ir más allá. Lo consiguió. Acabó también segundo, con 7:53, y se convirtió en uno de los ocho finalistas, en uno de los ocho elegidos. El trabajo estaba hecho y bien hecho. El objetivo, cumplido. Y el sueño, alcanzado. Ya en la final, el deportista FER firmó una excelente salida de tacos. Compitió a un altísimo nivel en una prueba tan explosiva y relampagueante. Si acaso, no franqueó a la perfección el quinto y último obstáculo. Repitió el crono de la semifinal, 7:53, y finalizó cuarto. Medalla de chocolate, pero en absoluto, amargo. Inmejorables perspectivas de cara a la temporada de aire libre, en la que intentará seguir haciendo magia. Como Harry Potter, del que se declara un ‘friqui’.