“Estoy mejor que nunca. Me encuentro muy bien, no me he lesionado y me estoy cuidando más. También me siento más fuerte mentalmente”. Con esta contundente afirmación, Fátima Diame (22/09/1996) describe su actual momento de forma. Una aseveración llena de ganas, ilusión y optimismo para afrontar 2018. El año de su anhelado salto hasta la élite internacional.
Tres intentos, tres eventos, tres competiciones certificarán si la ‘pantera negra’, como la define su padre, da el zarpazo en los reinos de la longitud y el triple salto. A comienzos de marzo, tendrá su primera oportunidad. Será en la gran cita del año en pista cubierta, el Campeonato del Mundo absoluto que se celebrará en Birmingham (Inglaterra) del 2 al 4 de marzo. Más tarde, del 22 de junio al 1 de julio, llegarán los Juegos del Mediterráneo en Tarragona. Finalmente, le espera el Europeo absoluto. (Berlín, del 6 al 12 de agosto). O lo que es lo mismo, el evento que reunirá a los mejores atletas continentales sobre el foso de arena.
Antes de las grandes citas internacionales, la atleta del València Esports tendrá la oportunidad de medir sus fuerzas con sus rivales nacionales en casa. De padre senegalés y madre portuguesa, la saltadora valenciana disputará en el Palau Luis Puig el Campeonato de España absoluto en pista cubierta (17 y 18 febrero).
2017, un año de impulso
A sus 21 años, Fátima ha protagonizado grandes gestas deportivos. En 2014 hizo, todavía en edad junior, hizo doblete en el Campeonato de España absoluto de pista cubierta. Oro en salto de longitud y oro 60 metros lisos. Una gesta que no se repetía desde 1989. Al año siguiente, alcanzó la medalla de bronce en la longitud del Europeo junior. Por todo ello, y por sus excelentes condiciones para la práctica deportiva, hubo quien no tardó en ver en ella “una futura medallista olímpica”. Como Rafa Blanquer, preparador de la deportista del Proyecto FER, y mentor de algunas de las mejores saltadoras nacionales como Niurka Montalvo o Concha Montaner.
Pero llegó 2016, el peor año de una trayectoria, hasta entonces, inmaculada. Primero, una lesión en el tobillo sufrida en el Nacional sub 23 bajo techo y, después, unos problemas en el cuádriceps dilapidaron sus opciones de volar a los Juegos de Río. Un contratiempo que, lejos de amilanar su ánimo, más bien la catapultó para afrontar el siguiente ciclo olímpico: “Los Juegos de Tokio no se me escapan. Los tengo entre ceja y ceja. En ese momento, tendré casi 24 años, una edad ideal”, señalaba en la última entrevista publicada en esta página.
En ello está. En 2017 ha cogido impulso. En julio debutó en triple salto en el Europeo sub 23 de Polonia. Llegó a la final. Y, menos de un mes después, en Londres, hizo su primera aparición en un Mundial absoluto. También en dicha modalidad. Llegados a este punto, surge una pregunta: ¿salto de longitud o triple salto? Fátima lo tiene claro: “Yo creo que en la longitud todavía no he dado mi gran salto”. 2018 debe de ser el año.