Si hay un número que Maurice Eckhard tiene en mente estos días, ese es el 10. Sinónimo de perfección, es la cifra de Mundiales Paralímpicos en ruta que el ciclista del Proyecto FER está a punto de acumular en Sudáfrica. También, el guarismo con el que sueña redondear su palmarés de medallas.
Nueve metales en nueve Campeonatos del Mundo es un botín más que considerable para cualquier competidor. Sin embargo, el gen competitivo y el afán de superación hacen del ciclista valenciano un deportista insaciable. A sus 34 años, cuenta las horas para viajar a Sudáfrica junto al otro ciclista FER convocado para el Mundial, Ricardo Ten.
Eckhard no varía un ápice su discurso: “el objetivo sigue siendo el mismo que me fijé a principio de temporada, subir al podio”. Optimista por naturaleza y con dos oros, cuatro platas y tres bronces en citas de estas características en su categoría (C2), Maurice afronta un doble reto.
El primero será el viernes 1 de septiembre: contrarreloj individual. Un desafío en el que tiene una cuenta pendiente. Desquitarse de las tres últimas grandes competiciones (los Campeonatos del Mundo de 2014 y 2015 y los Juegos Paralímpicos de 2016) en las que finalizó en cuarto lugar.
Mejor resultado, sin embargo, cosechó en la prueba de fondo del anterior Mundial. Medalla de plata en Suiza. Ahora, la orografía y las condiciones climatológicas serán distintas a las del país helvético, pero la intención es la misma: “Tengo muy buenas sensaciones y estoy en condiciones de luchar por las medallas en ambas pruebas”, afirma Eckhard.
Una medalla en la carrera en ruta, el domingo 3 de septiembre, supondría igualar el balance entre la contrarreloj y la carrera de fondo en carretera, cinco frente a cuatro. Eso sí, siempre y cuando no hubiese sumado una nueva presea en la crono. Entonces, en lugar de hablar de La Décima estaríamos hablando de La Undécima.