Aunque no lo parezca, David Cantero tiene sólo 20 años. Su fulgurante trayectoria, su presencia en eventos de enjundia durante los últimos meses y, sobre todo, sus notables resultados pueden inducir al equívoco. Pero no. David, natural de Aldaia, todavía es muy joven. Pero, sobre todo, es un portento. Un diamante en bruto. El triatleta FER ha protagonizado un 2023 de ensueño. La lista de éxitos es extensa. Entre otros hitos, una séptima plaza en el Campeonato de Europa absoluto distancia olímpica, una medalla de plata en la Copa del Mundo celebrada en Tánger, una quinta posición en la Copa del Mundo desarrollada en Huatulco, un undécimo puesto en los Juegos Europeos… y, sobre todo, la memorable victoria alcanzada en la Copa del Mundo disputada en Valencia, su ciudad, con familiares y amigos bien cerca. Tal ha sido su progresión, que no es ninguna locura soñar con una plaza en los Juegos de París. El billete olímpico está carísimo, casi prohibitivo, pero no es una utopía. David Cantero es uno de los nombres propios del deporte valenciano en este año que ya expira.
Sinceramente, no. La temporada del salto de junior a sub-23, es decir, el año en el que ya empiezas a disputar alguna prueba de categoría absoluta, siempre es muy complicado. Por ello, no esperaba un curso tan positivo. Y más, con un inicio tan complicado. Ha sido un año muy duro, pero, al tiempo, muy emocionante.
Obviamente, me quedo con el triunfo en la Copa del Mundo celebrada en Valencia. Hay que tener en cuenta que sólo era mi cuarta Copa del Mundo en categoría absoluta. Ese resultado fue muy especial, pero ya no tanto por el componente emotivo de ganar una prueba de ese nivel en mi casa, en mi ciudad, con mi gente en todo el recorrido. Sobre toto, por demostrarme que podía competir de tú a tú y sin complejos con los mejores. Y si tengo que elegir un segundo momento, me quedaría con la séptima plaza en el Europeo absoluto distancia olímpica celebrado en Madrid.
Soy consciente de que había muchas expectativas en torno a este Campeonato del Mundo sub-23; entre otras cosas, porque se celebraba sólo tres semanas después de la victoria en Valencia. Por desgracia, en Pontevedra, perdí mucho tiempo en el tramo de natación y no pude recuperar. Con todo, no considero que esa 12ª plaza sea un fracaso. Ni mucho menos. Quizás, el peor momento llegó a principio de año, en marzo. Primero, por un virus que me perjudicó en Melilla; después, con la caída sufrida en la Copa de Europa de Quarteira. Y también lamentó la indisposición sufrida en la última prueba del año, la Copa del Mundo de Roma, y que me impidió cerrar bien la temporada.
Así es. Y no se puede explicar con palabras la ilusión que me genera estrenarme en este tipo de pruebas tan espectaculares y contra los mejores rivales del mundo. Esas carreras sí que van a ser un buen termómetro para medirme y para saber dónde me encuentro exactamente.
Hace casi un año, ni lo pensaba, ni me lo planteaba. Realmente, lo veía imposible. Ahora, no lo veo del todo inalcanzable. Sé que es dificilísimo, pero no es imposible. Vamos a ver de qué somos capaces en la Serie Mundial de Abu Dabi, en marzo. En ese momento, tendremos ya más pistas. No obstante, ni me obsesiona ni me quita el sueño. Sé que mi ciclo olímpico es el siguiente, pero, si ahora tengo unas mínimas opciones, vamos a intentar exprimirlas.