Bakú ya forma parte de sus recuerdos indelebles. De sus imágenes imborrables. Daniel Ros ha sido el único deportista FER que ha regresado de los primeros Juegos Europeos con una medalla al cuello. Las gimnastas rítmicas Elena López y Alejandra Quereda, el gimnasta artístico Néstor Abad o la triatleta Tamara Gómez merodearon el podio gracias a sus brillantes actuaciones. Pero quien realmente lo ocupó, lo paladeó y lo disfrutó fue el taekwondista natural de Catral. Con tan solo 21 años, después de un último mes de auténtico vértigo, y una vez asimiladas todas las emociones experimentadas, Daniel Ros se muestra moderadamente satisfecho de sus últimos logros y, lo más importante, ya se considera totalmente capacitado para competir, sin complejos, con los mejores rivales de su categoría.
¿Qué supone para Daniel Ros este bronce conseguido en Bakú?
Aunque suene a tópico, es la recompensa (creo que merecida) a todo el trabajo desarrollado durante mucho tiempo. Y sobre todo, un gran estímulo y una gran motivación para seguir en el camino emprendido, y para continuar creciendo como deportista.
Tu último mes ha sido de fuertes emociones personales y deportivas. Quinto en el Mundial de Rusia y tercero en los Juegos Europeos de Bakú. ¿Con cuál de los dos logros te quedas?
Con el bronce de Bakú. Posiblemente hubiera más nivel deportivo en el Campeonato del Mundo de Rusia, pero la sensación de subir al podio y de recibir una medalla en una gran competición internacional es única. Además, estaba eufórico porque esa medalla llegaba después de un último combate que me salió casi perfecto
«Recibir una medalla en una gran competición internacional es única»
¿Qué pensaste cuando perdiste el primer combate y, en principio, decías adiós a la competición, y que pensaste cuando te enteras de que puedes ir a la repesca porque el rival que te venció llega a la final?
Cuando perdí el primer combate, se me hizo de noche. Llegaba a Bakú con muy buenas sensaciones mentales y físicas. Además, me volvía a enfrentar con mi “verdugo” en los cuartos de final del Mundial de Rusia hacía pocas semanas y, lógicamente, quería revancha. Horas más tarde, cuando supe que iba a la repesca, me lo tomé con tranquilidad. No quise angustiarme. Era una segunda oportunidad. Felizmente, esta vez sí la aproveché.
Por cierto, es curioso que el ruso Larin sea tu particular ogro, pero a las pocas horas te abra la puerta de las medallas en Bakú…
Desde luego. Hace un mes, me gana en los cuartos de final del Mundial y me aparta de la lucha por las medallas. Y en Bakú me supera en el primer combate. Pero luego, al llegar a la final, me da la opción de resarcirme. Son las curiosidades de este sistema de competición.
¿Qué lección fundamental sacas de estos dos Campeonatos internacionales prácticamente consecutivos? ¿Te ves ya en la élite, cerca de los mejores, todavía crees que te falta mucho…?
La principal conclusión es que la línea de trabajo que llevamos yo y todo mi equipo (entrenador, psicólogo, resto de compañeros) es la correcta. Claro que hay aspectos en los que todavía he de mejorar, pero sí que me veo casi al mismo nivel, o al menos no muy lejos, de los mejores. Los últimos resultados así lo acreditan.
Por último, ¿cuáles son tus próximos retos y competiciones?
Todavía me queda bastante temporada por delante. Lo siguiente es la Universiada en Corea en julio, y luego las Series Mundiales que constan de 3 Grand Prix: Moscú en agosto, Turquía en septiembre y Manchester en octubre, en los que participan los 32 mejores del ránking de cada peso. Si después de las 3 pruebas consigo acabar entre los 8 primeros, me metería en la Final de las Series Mundiales, que sería en diciembre en México.