Más de dos años de oscuridad. De pesadilla. De privación. Más de dos temporadas lleva Claudia Conte sin practicar el atletismo en plenitud. Sin poder entrenar y, por supuesto, sin poder competir. Más de dos años de resignación. De convivencia con una delicada lesión de espalda. En concreto, con una fractura de estrés en el pedículo de la vértebra L5. Los primeros avisos llegaron a mediados de 2022. No obstante, el zarpazo definitivo se produjo un 17 de agosto de ese mismo año. En aquella jornada, la deportista castellonense estaba disputando en Múnich el heptatlón del Campeonato de Europa al aire libre. Nada más empezar la tercera prueba de aquella combinada, el lanzamiento de peso, su cuerpo y su mente dijeron ‘basta’.
Aquel abandono en el Estadio Olímpico de Múnich significaba el freno a una progresión gradual, pero incesante. Desde 2018, el crecimiento de Claudia Conte (Benicàssim, cumplirá 25 años en noviembre) era evidente. Casi todas sus comparecencias se traducían en la obtención de marca personal. Además, la atleta del Proyecto FER había normalizado su presencia en los grandes certámenes internacionales. El percance en la espalda, además, representaba el inicio de un proceso tortuoso y que comportaba muchos sacrificios. Por ejemplo, la difícil convivencia, durante tres meses y 24 horas al día, menos para ducharse, con un corsé que se convirtió, al mismo tiempo, en aliado, porque ayudaba a la recuperación, y en enemigo, por su tremenda incomodidad al llevarlo. O, por ejemplo, la imposibilidad de andar, de agacharse a ponerse unas zapatillas o de acostarse con plena normalidad.
Claudia Conte encontró un oasis tras el verano de 2023. Pudo reaparecer en el Décastar de Talence, Francia, el 23 y 24 de septiembre. Sin apenas dolores y con aceptables sensaciones, completó el heptatlón en 5.609 puntos (cabe recordar que su mejor marca de siempre son los 6,194 establecidos en julio de 2022, en el Mundial de Oregon, ya con la espalda ofreciendo los primeros quebraderos de cabeza). Sin embargo, semanas más tarde, reaparecían las molestias incapacitantes. Claudia volvía a retroceder. Regresaba a la casilla de salida. Conclusión, un 2024 en blanco. Ahora, la castellonense cruza los dedos para que la mejoría experimentada en los últimos meses sea la definitiva, para que no haya más espejismos.
Muy contenta, ilusionada y motivada por poder empezar la pretemporada casi con normalidad. Hace pocos días, recibí el alta médica. Espero que no haya más retrocesos.
Sin duda. 2023 resultó muy complicado, pero remé y remé con todas mis fuerzas porque pensaba que este paréntesis duraría un año. Pero al final, no fue así. La recaída al empezar 2024 fue un golpe muy duro. Pero no había más remedio que levantarse y seguir peleando. Y a eso me dediqué. Desde luego, he tenido que hacer un esfuerzo mental mayúsculo. A veces, la vida te pone a prueba.
En principio, sí, pero sigo yendo poco a poco, con precauciones. Han sido muchos meses de inactividad, y he de hacer una incorporación gradual y progresiva. Vamos a ver cómo responde mi cuerpo.
Todos me han comentado que esas molestias en la espalda no van a desaparecer por completo y que, en ocasiones, tendré que convivir con ellas. Pero más allá de esto, me transmiten mensajes esperanzadores. Tendré que adaptar algunos ejercicios o fortalecer otras zonas de mi cuerpo, pero sí, el pronóstico es esperanzador.
En este momento, no lo sé. Vamos a ver cómo evoluciono. Es obvio que, como siempre, la prioridad es el aire libre, pero antes me gustaría afrontar alguna competición en la pista cubierta. De momento, no me planteo fechas concretas. Vamos a ir paso a paso.
No. He tenido ganas de que esto se acabara, he tenido dudas sobre si me recuperaría, he tenido deseos de remontarme en el tiempo para tratar de evitar lo que me estaba pasando… He tenido pensamientos de todo tipo, buenos y malos. Pero nunca he tenido la tentación de abandonar. La voluntad de superar esta pesadilla siempre se ha impuesto. En gran medida, porque he tenido el apoyo de gente maravillosa que me lo han puesto un poquito más fácil.