Emocionada, con un nudo en la garganta, casi sin poder enlazar las palabras, Claudia Conte relataba, durante el ya lejano 17 de agosto de 2022, las razones que le habían llevado a abandonar el heptatlón del Campeonato de Europa, en Múnich. Unos fuertes dolores en la espalda, con los que estaba conviviendo desde principios de verano, le impidieron llegar hasta el final. Nada más empezar la tercera prueba de aquella combinada, el lanzamiento de peso, su cuerpo y su mente dijeron “basta”. Pocos minutos después, Conte (Benicàssim, 23 años) lo explicaba todo con voz entrecortada. A duras penas, contenía las lágrimas. Hasta que pronunció “mis padres”. En ese momento, se derrumbó.
Aquel abandono en el Estadio Olímpico de Múnich significaba el freno a una progresión gradual, pero incesante. Desde 2018, el crecimiento de Claudia Conte era evidente. Casi todas sus comparecencias se traducían en la obtención de marca personal, tanto en pista cubierta (pentatlón), como al aire libre (heptatlón). Además, había normalizado su presencia en los grandes certámenes internacionales. En 2021, estuvo en el Europeo sub-23. Y en 2022, disputó los tres grandes torneos del año: el Mundial bajo techo en Belgrado, el Mundial de verano en Oregón y el Europeo de Múnich. Aquel percance en la espalda, además, representaba el inicio de un proceso tortuoso. Las pruebas que se le practicaron al regreso de Alemania desvelaron una fractura de estrés en el pedículo de la vértebra L5.
Felizmente, lo peor ya ha pasado. Atrás queda la amargura del abandono en Múnich. También, el momento del diagnóstico. También, la larga inactividad. O la difícil convivencia, durante tres meses y 24 horas al día, menos para ducharse, con un corsé que se convirtió, al mismo tiempo, en aliado, porque ayudaba a la recuperación, y en enemigo, por su tremenda incomodidad al llevarlo. Y para el recuerdo, amargo, quedan la imposibilidad de andar, de agacharse a ponerse unas zapatillas o de acostarse con plena normalidad. Ahora, Claudia Conte está preparada para reaparecer. La perseverante y valerosa atleta castellonense regresa al tartán este próximo fin de semana en Francia.
Ha habido muchas cosas malas, no sólo el corsé. Fue complicado saber que la lesión era bastante más seria de lo que pensaba. Fue demoledor que, a los pocos días de conocer el diagnóstico, notara que no podía andar con normalidad, o levantarme de la silla, o atarme unas zapatillas. La espalda me dolía mucho. Me quedaba enganchada. Con respecto al corsé, era incómodo, sí, pero no tenía más remedio. Había que inmovilizar la espalda por completo. Lo llevé durante tres meses permanentemente. Sólo me lo quitaba para ducharme. El problema es que, cuando me lo quité, la espalda había quedado muy flojita, sin fuerza, sin musculatura.
Estoy bastante bien. Si he de dar una cifra, hablaría de un 70 o un 80%. Pero claro, es una cifra estimativa, aproximativa, porque el termómetro real de tu estado físico te lo dan las competiciones. De vez en cuando, aún tengo dolores. Y no sólo en la espalda, también en diferentes puntos de las piernas. Para entendernos, me siento como si estuviera a principios de mayo. Es decir, a principios de la temporada de aire libre, cuando estás a punto disputar las primeras competiciones. Lo que pueda pasar este fin de semana es una incógnita.
Antes de este percance, ya me consideraba una persona mentalmente fuerte y dura. Creo que este proceso aún me ha hecho más fuerte. Eso sí, ha sido complicado de gestionar y ha dejado sus heridas. He sufrido un gran desgaste. Mi cabeza está cansada. Necesito buenas noticias. Y una de las peores cosas de esta historia es tu soledad. Afortunadamente, he estado muy acompañada, muy apoyada por mi gente, pero al final eres tú quien sufre directamente la impotencia de no poder entrenar o competir, o la frustración de no poder andar con normalidad. Pero estoy convencida de que, en el fondo, esta experiencia me va a ayudar cuando vuelva a al tartán.
Como he comentado antes, es una incógnita. Obviamente, no estoy para hacer 6.194 puntos. Aunque físicamente no me encuentre mal, hay cuestiones técnicas que llevan su tiempo y que aún tardaré en recuperar. Vamos a ver, pero, con una marca entre los 5.800 y los 5.900, me daría por satisfecha. No obstante, lo más importante es volver sentirme atleta, volver a sentirme competitiva y completar la combinada sin sobresaltos.
Por supuesto que veo factible alcanzar en 2024 los 6.200 puntos. Es más, ya el año pasado, antes de la lesión, me veía para hacer más de 6.200 y acercarme, incluso, a los 6.300. Por este motivo, me considero con opciones de estar en los Juegos de París. Va a ser más difícil que en los Mundiales de Eugene y Budapest, pero, si me respeta la salud, no veo nada utópica la presencia en París 2024.