Al igual que el convencional, también el deporte paralímpico ofrece una amplia diversidad de casos e historias en el proceso de vuelta a una relativa normalidad. Cada modalidad, según sus peculiaridades, experimenta un ritmo más o menos intenso, un avance más o menos rápido, una evolución más o menos dinámica. Entre hoy y mañana, es momento de conocer en qué situación se encuentran algunos de los deportistas adaptados del Proyecto FER, los mismos que respiraron aliviados a finales de marzo, cuando se aplazaron los Juegos de Tokio hasta el verano de 2021, y los mismos que ahora, a 13 meses de la gran cita en la capital nipona, siguen albergando dudas en torno a la celebración del evento.
Por sus características, el ciclismo fue una de las primeras disciplinas que permitió a sus exponentes retomar la actividad con una cierta normalidad. Coincidiendo con la opción de empezar a hacer ejercicio al aire libre a principios del mes de mayo, Ricardo Ten y Maurice Eckhard fueron los primeros en recuperar los entrenamientos en su hábitat natural, las carreteras. “No salí ni el sábado 2 ni el domingo 3. Me esperé al lunes 4 de mayo a volver a rodar con mi bicicleta. Fue una sensación muy especial. He de decir que, a mí, el parón no me perjudicó del todo. Es más, me permitió recuperarme de la lesión sufrida en el hombro izquierdo en el mes de febrero, momento en que sufrí una caída cuando estaba concentrado en Sierra Nevada. Dicho esto, esa jornada en la que volví a salir al aire libre resultó una gozada. Transité por una de mis habituales rutas, por la Sierra Calderona. Al margen de la belleza del entorno, no había coches, reinaba un gran silencio, se escuchaban a los pájaros y a los riachuelos”, recuerda Ricardo.
Sobre su estado de forma tras el periodo de confinamiento, Ricardo confiesa que no ha perdido tanto como podía imaginar. “Al final, los ciclistas hemos sido de los menos perjudicados. Con un rodillo inteligente, puedes hacer entrenamientos de relativa calidad. Obviamente, cuando vuelves a la carretera, notas que te falta algo de resistencia y de capacidad aeróbica. No obstante, este desequilibrio se va normalizando con el transcurso de los días. En mi caso, por ejemplo, las sensaciones experimentadas a finales de mayo resultaron mucho mejores que las de principios de mes. El cuerpo tiene memoria y, con las tiradas largas, va recuperando el mejor nivel”, expresa Ten. Con respecto al futuro, Ricardo Ten está casi convencido de que no habrá competiciones en lo que queda de año y quiere ser optimista con respecto a la celebración de los Juegos Paralímpicos. No obstante, “es casi un acto de fe. Con todo lo que lees y escuchas, es inevitable tener dudas sobre Tokio 2021”, concluye.
Otro de los ilustres deportistas del Proyecto FER es el paratriatleta Héctor Catalá, protagonista durante esta pandemia por completar un half ironman en su domicilio, un reto con fines benéficos y solidarios. El deportista de Serra también se considera como uno de los “privilegiados. Desde principios de mayo, estoy entrenando con relativa normalidad. Puedo hacer los tramos de bicicleta y de carrera a pie casi como siempre, y por los lugares habituales. No puedo contar con Gustavo Rodríguez, mi habitual guía, pero no me faltan compañeros del club, como la propia Noelia Juan, también deportista FER. La única diferencia reside en el tramo de natación. De momento, he de conformarme con nadar en la playa de la Malvarrosa, en Valencia. La piscina de Bétera, en la que me ejercito habitualmente, todavía está cerrada. Espero reencontrarme con ella durante los próximos días”, expresa Héctor.
Héctor Catalá no oculta una cierta frustración por todo lo que ha ocurrido, “primero por motivos sanitarios y sociales. Y luego, claro, por las consecuencias en el ámbito deportivo. Somos competitivos, y necesitamos eventos y estímulos para mantener la motivación. Estamos expectantes ante la evolución de la crisis sanitaria para saber si, finalmente, todavía podremos disputar alguna competición antes de que finalice el año. Pero no depende de nosotros. Sólo nos queda esperar y, sobre todo, ilusionarnos con el gran reto que tenemos dentro de poco más de un año: los Juegos de Tokio. Para mí, cuanto menos, este va a ser el aliciente que me motive para los próximos meses. Porque espero que se celebren. No quiero ni imaginarme otro escenario”, concluye Héctor.