Hasta ayer, 16 de octubre de 2024, David Cantero (Aldaia, 21 años) iba a recordar esta temporada por dos hitos. El primero, por su estreno en las Series Mundiales. En concreto, en la celebrada en Hamburgo a mediados de julio. Aunque no fue el debut deseado, el deportista valenciano ya había incorporado a su currículum la participación en el gran escaparate internacional del triatlón. En términos metafóricos, ya se había ‘doctorado’. El segundo, por su nueva victoria (ya la alcanzó en 2023) en la Copa del Mundo de Valencia. En su casa, en su tierra, ante su gente. Además, con brillantez. Con enorme autoridad. Con gran suficiencia.
Sin embargo, David Cantero consiguió ayer el resultado que convierte en mágico y memorable el año en curso. El embajador FER se colgó la medalla de oro en el Mundial sub-23. Además, en territorio nacional, en Málaga. Ser campeón universal sub-23 era uno de los objetivos que se había trazado a principios de temporada. Representa otro éxito con mayúsculas. Otro triunfo superlativo. Un lustro después, Cantero repite la hazaña protagonizada por Roberto Sánchez Mantecón, ganador de esta misma carrera en el Mundial de Lausana 2019. En toda la historia, sólo tres triatletas españoles se han proclamado campeones del mundo sub-23. A los valencianos David y Roberto, hay que añadir otro nombre legendario: el de Javier Gómez Noya.
Para ponderar en su justa medida la conquista protagonizada por David Cantero, cabe precisar que, en triatlón, la categoría sub-23 engloba cuatro temporadas. El deportista FER es sub-23 de segundo curso. Es decir, David era uno de los competidores más jóvenes. Una vez más, se cumplió el axioma. Un buen segmento de natación es el mejor vaticinio. Anticipa grandes noticias. Ayer, en Málaga, del total de 70 participantes, el triatleta valenciano salió del agua en la 7ª plaza, a sólo 12 segundos de los primeros clasificados. Licencia para soñar. Inmejorables presagios. Arrancó el tramo de ciclismo y se formó un grupo cabecero con 11 componentes. Cantero maniobró con frialdad, cautela e inteligencia. La clave residía en evitar caídas, en eludir sustos, en esquivar averías, en llegar sano y salvo al tercer y definitivo capítulo, los 10 kilómetros de atletismo. Prueba superada. David llegaba a la última transición con un escenario deseado.
Nada más bajarse de la bicicleta, nada más cambiarse quitarse el casco y cambiarse las zapatillas, se repitió la historia de la Copa del Mundo de Valencia. David Cantero, un carácter indómito con cara de niño, con cara de ángel, atacó. No pudo contenerse. No pudo reprimirse. En realidad, si se siente bien, no sabe contenerse, no sabe reprimirse. Su cambio de ritmo pilló a todos por sorpresa. Perplejos, aturdidos, desconcertados y, sobre todo, impotentes, el resto de triatletas observaba como la distancia iba incrementándose sin remisión. Si acaso, sólo el griego Panagiotis Bitados representaba una cierta amenaza, pero su resistencia se fue diluyendo con el transcurso de los metros. Sólo una crisis podía arrebatarle la victoria y el título mundial. Sólo un monumental desfallecimiento castigaría su osadía.
Pero no hubo ni depresión ni desvanecimiento. Todo lo contrario. David Cantero impuso una superioridad aplastante. Trituró sin miramientos a sus oponentes. En el kilómetro 5, en el ecuador de la carrera a pie, ya nadie ponía en cuestión su triunfo. Y en el 7,5, con el penúltimo paso por meta, ya empezó a celebrar el título. El deportista FER no necesita reivindicarse. Su nombre no es desconocido. Pero sí precisaba dar rienda suelta a las emociones. Pese a su victoria en la Copa del Mundo de Valencia, no ha sido una temporada fácil. Sobre todo, por cuestiones médicas. Por ello, este triunfo tiene un valor incalculable. También, para Roberto Cejuela, su mentor y componente del programa FER Entrenadores, y para Vicente Cantero y Mila del Campo, sus padres. Todos ellos estaban presentes en Málaga. Fueron las primeras tres personas a las que se abrazó tras proclamarse campeón del mundo sub-23. Sí, David Cantero del Campo es campeón del mundo. Y de qué manera. El deportista FER lo tiene todo para, en el futuro, hacer historia con letras de oro en el triatlón. Pero queda mucho por delante. Le quedan muchos recitales por interpretar. Muchos discursos por pronunciar. Es un portento.