Todavía quedan seis meses para el evento cumbre que la natación internacional ofrece en este 2025. Será a mediados de julio cuando arranque el Campeonato del Mundo en un destino tan exótico como lejano, Singapur. Hasta ese momento, las estrellas del crol, la braza, la espalda y la mariposa tendrán que acumular incontables brazadas para afinar sus puestas a punto, para pulir sus estilos. Ese viraje, ese nado subacuático, esos movimientos de piernas y brazos, esas técnicas de respiración… Todo vale para lograr el gran objetivo: arañar segundos, décimas, centésimas o, incluso, milésimas al crono.
Ángela Martínez Guillén, la gran embajadora de la natación valenciana en la actualidad, y una de las grandes esperanzas de futuro de la natación española, ya está preparada para inaugurar el nuevo curso. Ángela (Elche, cumplirá 21 años en marzo) compite este fin de semana en el Open de Ginebra, evento que se desarrolla en piscina de 50 metros, y en el que afrontará dos pruebas: los 800 y los 1.500m libres. Para la nadadora ilicitana, se inician meses de auténtico vértigo. Y, sobre todo, empieza una temporada en la que aspira, de nuevo, a desdoblarse. En 2024, los Juegos Olímpicos de París la apartaron de la piscina y la situaron exclusivamente en las aguas abiertas. Ahora, la deportista FER desea compaginar y despuntar en ambas modalidades.
“Siempre lo he comentado. El año pasado, tuve que dar absoluta preferencia a las aguas abiertas por los Juegos de París, pero en 2025 el objetivo es dedicar los mismos esfuerzos a ambas disciplinas. Nada me haría más feliz que disputar las dos modalidades en el Campeonato del Mundo de Singapur. De hecho, si lo consigo, me marco dos retos muy ambiciosos: por una parte, hacer top 5 en los 10 km en aguas abiertas; por otra, bajar de 16 minutos y 8 segundos en los 1.500 metros. Ahora, toca trabajar muy duro para conseguir los pasaportes en las dos modalidades”, comenta Ángela.
Cabe recordar que la nadadora FER protagonizó un 2024 tan intenso como exitoso. Con sólo 20 años, y como fiel reflejo de su crecimiento y clase, participó en los Juegos Olímpicos de París, en los que, a pesar de sufrir como nunca a causa de las fortísimas corrientes existentes en el río Sena, ocupó una más que digna 10ª plaza. Después de dos horas de nado, sólo cuatro segundos le separaron del octavo puesto y, por tanto, del diploma olímpico. Con anterioridad, entre otros resultados, se había colgado la medalla de bronce en la Copa del Mundo desarrollada en Soma Bay, Egipto, se había proclamado campeona de España en Sevilla, se había adjudicado la medalla de oro en la Copa de Europa celebrada en Piombino, Italia, y, por último, había finalizado en la cuarta posición, a sólo tres segundos del podio, en el Campeonato de Europa, en Belgrado.
“Fue una muy buena temporada, la verdad. Siempre hay espinitas que se te quedan clavadas. Me refiero a quedarme muy cerca del bronce en el Campeonato de Europa y del diploma en los Juegos de París”, señala Ángela, quien añade: “Más allá de los resultados concretos, que, repito, fueron buenos, me quedo, sobre todo, con haberme demostrado que puedo competir de tú a tú y sin complejos con las mejores nadadoras del mundo. De hecho, superé a rivales tan cualificadas como la holandesa Sharon Van Rouwendaal, o a la brasileña Ana Cunha, o a la francesa Caroline Jouisse. Y he estado al nivel de estrellas como la alemana Leonie Beck o como la húngara Bettina Fabian. Y a todo ello, he de añadir que tengo margen de mejora. Por tanto, de cara a esta nueva temporada, soy muy optimista”, señala la nadadora alicantina. Tras esta primera competición del año en Ginebra, su siguiente desafío llegará el 22 de febrero, día de la Copa del Mundo de aguas abiertas en Egipto. Le trae buenos recuerdos. Alcanzó el bronce en 2024. Para Ángela, comienza el vértigo.