Una mezcla de alegría y nostalgia se adueñó de Alba Sánchez a finales del mes de marzo. Felicidad y añoranza a partes iguales. Su deporte adquiría un gran protagonismo gracias a la lluvia de medallas alcanzadas en el Campeonato de Europa absoluto celebrado en Bucarest. En un Europeo limpio, sin la presencia de naciones suspendidas por dopaje como Azerbaiyán, Bielorrusia, Ucrania, Rusia o Turquía, entre otros, la halterofilia española mostraba su talento y fortaleza. Liderada por el carisma y el magnetismo de la mediática Lydia Valentín, la delegación española completó el mejor certamen internacional de la historia. Desde casa, “con la morriña de no poder estar allí y no poder ser partícipe de este gran momento”, Alba Sánchez se animaba pensando que su recuperación “es total y que la reaparición es inminente. Felizmente, estoy ya perfecta de la operación de rodilla derecha que se me practicó el pasado mes de noviembre”, apunta la deportista FER, ya preparada para sus grandes tres citas de 2018.
De Alba Sánchez, ya se ha dicho que puede convertirse en una de las herederas de Lydia Valentín. La hegemonía de la alcireña en las categorías inferiores de la halterofilia nacional y su constante evolución así lo acreditan. En los próximos meses, disfrutará de nuevas oportunidades para seguir reivindicándose. Tras cumplir 20 años en el mes de enero, la integrante del Proyecto FER cierra en 2018 su etapa como junior. Y quiere hacerlo a lo grande. Con la máxima brillantez. Para empezar, en julio, afrontará su último Campeonato del Mundo de la categoría. Será en Taskent, Uzbekistán. “En el Mundial, el objetivo está clarísimo, he de subir al podio. El pasado año, conseguí una gran marca en Japón, pero me quedé a las puertas del podio, acabé en la cuarta posición. Este edición, aspiro a conseguir medalla”, expresa, ambiciosa e inconformista, Alba Sánchez.
Casi cuatro meses después, llegará la otra gran cita internacional del año en la categoría junior: el Campeonato de Europa, un certamen que iba a celebrarse en La Corunya, pero que acabará disputándose en Polonia del 24 al 31 de octubre. Una excelente oportunidad para que Alba revalide o supere la plata obtenida en Israel 2016. “No firmo la plata. En 2016, en mi primer curso como junior, fui segunda. El pasado año no pude competir en este evento por la operación de rodilla. En esta ocasión, no es ninguna utopía el ser campeona continental en mi categoría de peso, menos de 58 kg. La pena es que no se celebre finalmente en La Coruña, como estaba previsto”, indica Alba, quien a finales de 2017 ponía un punto de inflexión a su carrera deportiva. Abandonaba el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde ha estado los últimos 5 años, y volvía a su Alzira natal, donde será entrenada por su tía Estefanía Juan, otra histórica figura de la halterofilia española.
Ya en noviembre, cerrará la temporada con su reto más difícil y exigente: su primer Campeonato del Mundo absoluto. Lima (Perú) será el escenario de un torneo de altura donde se reunirán las mejores levantadoras del planeta y entre las que, en breve, espera estar la haltera alcireña. Una luchadora nata que no solo ha pasado por el quirófano para ser operada de la rodilla. Antes, en noviembre de 2015, fue intervenida del codo. “Las lesiones son lo peor. Y el tiempo de recuperación e inactividad se me hacen eternos. Soy una competidora insaciable y verme condicionada me pone de muy mal humor”, explica Alba. La carrera olímpica hacia Tokio acaba de empezar y Alba no renuncia a llegar a la capital nipona. No obstante, es consciente de las dificultades del reto. “No sé si me dará tiempo a estar en los Juegos de 2020. Pero si no es en estos, será en París 2024”, concluye la haltera FER.