Incombustible como pocos, Pablo Herrera sigue exprimiendo al máximo su dilatada y fructífera carrera deportiva. A sus 40 años, el jugador castellonense de vóley playa no sólo es un ejemplo de longevidad; también, de integridad, de honestidad, de ética de trabajo, de autoexigencia… y de autocrítica. No se esconde cuando tiene que admitir que sus prestaciones son insuficientes para competir con los mejores. Así lo hizo, por ejemplo, este pasado verano, antes del Campeonato de Europa.
Durante este curso 2022, el deportista FER y su inseparable Adrián Gavira han disputado 10 torneos internacionales. Sólo han conseguido un podio: fueron plata en el Pro Tour Future de Madrid, evento perteneciente al tercer y último nivel del circuito internacional. No obstante, también han firmado actuaciones sobresalientes en eventos de superior categoría. Rozaron la medalla en el Pro Tour Elite de Ostrava, celebrado en la República checa a finales de mayo. Y se quedaron a las puertas de las semifinales, en el Pro Tour Elite de Hamburgo, en el Campeonato de Europa de Múnich, y en el Pro Tour Elite de París. Es decir, en líneas generales, han demostrado que siguen siendo muy competitivos.
A principios de noviembre, Pablo iba a jugar su último torneo del curso, el Pro Tour Elite de Uberlandia, en Brasil. Además, accedía directamente al cuadro final, sin necesidad de pasar por la fase previa. Sin embargo, unos problemas físicos de su compañero, el gaditano Adrián Gavira, hicieron imposible la presencia en este evento. Por tanto, es momento de hacer balance y de mirar hacia el futuro. Con el inicio de 2023, arrancará oficialmente el proceso clasificatorio para los Juegos Olímpicos de París. En el caso de lograr el preciado billete, Pablo será el único jugador de la historia en alcanzar seis participaciones olímpicas. Hasta ahora, con cinco, comparte ese honor con el mítico brasileño Emanuel Rego, ya retirado.
Para tener ya 40 años, no me puedo quejar. En lo físico, me encuentro como si fuera bastante más joven. Con mis dolores y mis molestias, y con las limitaciones propias de la edad, pero me siento bien. En lo mental, conservo toda la ilusión, la pasión y la motivación. Y con respecto a la rodilla, mucho mejor. Sin miedos, con seguridad.
En líneas generales, el balance es satisfactorio. Quizás, en algunos momentos, he echado en falta una mayor continuidad, más regularidad. Pero teniendo en cuenta la feroz competencia que hay en el circuito, y considerando que ya tenemos nuestra edad, hemos estado a un buen nivel. Nos ha faltado la guinda de una medalla en un Challenge, en un Elite o en el Campeonato de Europa. Por contra, hemos ganado bastantes puestos en el ranking internacional.
Exacto. Hemos demostrado que podemos competir de tú a tú con cualquier pareja. Ha habido partidos en los que no hemos accedido a las semifinales o en los que no hemos sido medalla por pequeños detalles. Y otra conclusión muy importante es que, con el transcurso de la temporada, hemos ido de menos a más.
La relación sigue siendo perfecta. Como si empezáramos ahora. No somos compañeros, somos amigos. Nos respetamos y nos admiramos. Y la compenetración en la arena es óptima. Somos la pareja más longeva del circuito. Está todo dicho.
Soy moderadamente optimista. Durante este 2022, hemos comprobado que el nivel es brutal, pero también hemos demostrado, repito, que podemos medirnos sin complejos ante cualquier pareja. Ahora, nuestro reto es mantener nuestras prestaciones a partir de 2023, momento en que se inicia el proceso clasificatorio. Adri y yo lo hablamos constantemente. Sería lo máximo llegar a los Juegos de París 2024. Estamos muy motivados.