Para un deportista de élite, tan importante, o más, que las fortalezas físicas y las habilidades técnicas lo son las características mentales. Tan importante, o más, que la fuerza, la rapidez, la destreza, la explosividad, la precisión o la resistencia, lo son la capacidad de gestionar las victorias, de asumir las derrotas, de manejar la presión o de sobreponerse a las lesiones. De lo último, de rehacerse ante los contratiempos médicos, de no derrumbarse pese a la concatenación de dolencias, sabe mucho Jorge Ureña (Onil, 29 años). Durante las últimas temporadas, el sensacional atleta alicantino, especializado en pruebas combinadas, no ha podido demostrar toda su grandeza porque la salud no se lo ha permitido. Unas molestias crónicas en su tobillo izquierdo le han impedido enriquecer su, pese a todo, brillante palmarés. Sin ir más lejos, este pasado verano, no pudo competir ni en el Campeonato del Mundo ni en el Campeonato de Europa.
Ahora, Ureña prepara la próxima temporada. En el horizonte, el Europeo bajo techo (Estambul, en el mes de marzo) y el Mundial al aire libre (Budapest, en el mes de agosto). Y como destino final, los Juegos Olímpicos de París 2024. Más allá de estos grandes eventos, el deportista FER espera poder entrenar con regularidad, con normalidad, con continuidad. Desea competir en plenitud de facultades, sin limitaciones, sin amenazas, sin servidumbres. Para ello, pasó por el quirófano este pasado verano. Ahora, Ureña se debate entre el optimismo, propiciado por las buenas sensaciones de la actualidad, y el escepticismo, generado por todos los precedentes.
Sí. Llevaba mucho tiempo (especialmente, todo 2022) con dolores provocados por ese líquido que se me acumulaba en el tobillo. La única forma de resolverlo era la operación quirúrgica.
En principio, sí. Me han transmitido que, con esta cirugía, los problemas del pasado no deberían de volver. Esperemos no recaer de nuevo.
De momento, muy bien. Voy poco a poco, con cuidado, sin prisas, con un ritmo gradual, pero el cuerpo está respondiendo muy bien, a pesar de haber estado parado durante prácticamente cinco meses, desde mayo.
Fue duro, claro. Renunciar por lesión a dos torneos de ese nivel es lo peor que le puede pasar a un atleta, pero, después de pasar unos meses horrorosos, y sabiendo que el paso por el quirófano iba a ser inevitable, no fue tan complicado. En ningún momento me aislé. Nunca di la espalda al atletismo. Seguí los grandes eventos con mucha atención. Había una cierta nostalgia y frustración, claro, pero también me servían como aliciente para volver cuanto antes.
Por supuesto que la mantengo. Pese a todo, el parón de este verano ha tenido también su lado positivo. Me ha venido bien para descansar tras la carga mental de unos últimos años llenos de competiciones, viajes y problemas físicos. He limpiado la mente para volver a disfrutar al máximo de este deporte. Éste es mi deseo.
Sí. Si, por fin, me acompaña la salud, estoy convencido. Como cada año, nos marcaremos unos objetivos y lucharemos por conseguirlos.