“Tengo diversos proyectos sobre la mesa. De todos, el que ya he puesto en marcha es el Centro de Tecnificación en el Club Náutico Santa Pola. Junto con la Federación Valenciana, vamos a impulsar a los jóvenes regatistas de la clase iQFoil con más expectativas. Nada me haría más feliz que contribuir a que un deportista de la Comunitat recogiera mi testigo y fuera olímpico. Y si puede ser en París, mejor”. Son palabras, a este mismo portal informativo de Iván Pastor. Las expresó el pasado mes de diciembre, momento en que decidía colgar la tabla. Con cuatro Juegos Olímpicos, y con un palmarés tan rico como extenso, Pastor ha sido el regatista de la Comunitat más laureado y longevo de la historia. Ahora, como él mismo explicaba, se encarga de transmitir todo su bagaje y conocimientos a las potenciales figuras del mañana.
De todos los regatistas valencianos especializados en la clase iQFoil, sobresalen dos, Jorge Aranzueque y José Luis Boronat. El primero, natural, también, de Santa Pola y de 20 años, irrumpió con extraordinaria fuerza el pasado año. Sobre todo, en el Campeonato del Mundo, certamen desarrollado en Suiza y en el que ocupó una fantástica octava plaza (de 65 participantes) en la clasificación parcial sub-21. Además, fue el segundo mejor de los 11 españoles presentes en el certamen. “Por suerte, mis condiciones físicas y corporales son casi ideales para esta clase, tanto por altura, como por peso. Además, soy bastante rápido y tengo buen control de la tabla. En lo puramente estratégico, acostumbro a tomar buenas decisiones. Tengo que mejorar en el apartado psicológico. A veces, en algunos momentos, no tengo la confianza deseable”, explica Aranzueque.
El joven regatista alicantino se introdujo en la vela desde muy pequeño, “pero no me acababa de convencer. De hecho, me lo dejé. Pasé por otros deportes, pero no me enganchaba a ninguno. A los 10 años, con motivo de una escuela de verano en el Club Náutico de Santa Pola, me reencontré con la vela y aprendí a hacer windsurf. Pero, realmente, fue a los 13 años cuando descubrí que me gustaba estar subido a una tabla. A los pocos meses, ya estaba compitiendo”, recuerda el nuevo componente del Proyecto FER, quien entrena, habitualmente, en la “magnífica bahía de Santa Pola”, y que prefiere “vientos medios y medio-fuertes, ya que, al ser bastante pesado, puedo controlar mejor la tabla y la vela”, señala.
Aranzueque ya es un regatista perteneciente a la categoría absoluta. De momento, en 2022, ya ha disputado el Campeonato de España en Santa Pola, donde se colgó la medalla de bronce (de 30 regatistas), y el Trofeo Princesa Sofía en Mallorca, en el que acabó en la 29ª plaza (de 100 participantes) y fue el tercero de los 24 españoles. Ahora, se dispone a afrontar el Campeonato de Europa (17-22 de mayo, en Italia). “Mi objetivo en este certamen continental es hacer un top 15 y, sobre todo, superar, por fin, a los dos principales competidores españoles, al gallego Tomás Vieito y al canario Ángel Granda, los dos grandes aspirantes a conseguir el billete olímpico para los Juegos de París”, comenta Aranzueque.
Por su parte, José Luis Boronat (Valencia, 23 años) está convencido de que “la vela española tendrá representación en la clase iQFoil en los Juegos de París 2024. El nivel de esta modalidad en nuestro país es altísimo. Si tuviera que señalar a algún favorito, en este momento me quedaría con el gallego Tomás Vieito, pero cuidado, hay más aspirantes. Por ejemplo, Jorge y yo”, explica Boronat, quien también se refiere a sus inicios y a la elección de esta clase: “Me inicié en la vela a los 6 años, en la escuela que gestionaba mi padre. Al principio, no me gustaba. Le tenía miedo al mar. De hecho, me lo dejé y empecé a practicar otros deportes. Pero a los 11 años, me di otra oportunidad. Poco a poco, se me daba mejor, empecé a competir, y cambié por completo mi idea sobre la vela. Ahora, no me gusta; me encanta”, señala deportista valenciano.
En un principio, el nuevo integrante del Proyecto FER competía en la clase RS:X, olímpica hasta los últimos Juegos, los de Tokio. “No me encontraba demasiado cómodo. La cambié por la modalidad de slalom, más rápida y llamativa. Hasta que, hace dos años, en 2020, me introduje en la nueva categoría de formula foil, que ha derivado a la iQFoil y que debutará como olímpica en París. Es una especialidad muy atractiva. El hecho de casi volar por encima del agua y de alcanzar grandes velocidades, aunque sea con poco viento, resulta apasionante”. Estudiante del Grado de Ingeniería en Técnicas Industriales, Boronat se ejercita en La Marina de Valencia y añade. “Para ser un buen regatista de iQFoil, hay que ser bastante grande (cuanto menos, 1,85 de altura y rondar los 90 kg de peso). Además, esta clase requiere mucha concentración. Teniendo en cuenta que llegamos a más de 50 km por hora, una caída puede ser dolorosa y romper el material”, comenta.
Por último, José Luis Boronat destaca sus virtudes y sus defectos. En cuanto a fortalezas, el regatista valenciano señala que se encuentra “en los rangos fisiológicos correctos, y siempre estoy motivado para entrenar y estar en el agua las horas que haga falta. Como carencias, he de mejorar en aspectos tácticos. Además, tengo un déficit de confianza; a veces, me cuesta creer en mí mismo. Con respecto al viento, ni me gusta que haya poco, porque la sensación es que apenas se mueve la tabla, ni me gusta que haya casi un huracán”. Hace un mes, en el Princesa Sofía, acabó el 33º (de 100) y fue el sexto español (de 24). “Ahora, en el Europeo, quiero acabar dentro del 30% inicial de la clasificación general para entrar en el equipo preolímpico”, señala.