Uno de los deportes con mayor simbolismo y relevancia en unos Juegos Olímpicos es la gimnasia. En la actualidad, la Comunitat Valenciana y el Proyecto FER pueden presumir de tener a algunos de los grandes referentes nacionales. Es el caso de Néstor Abad, en la disciplina de artística. No obstante, el “poder valenciano” se plasma, sobre todo, en la rítmica, tanto en la modalidad individual, como en la especialidad de conjuntos. En la primera disciplina, la individual, tres gimnastas de la Comunitat aspiran a convertirse en abanderadas en la carrera hacia los Juegos Olímpicos de París 2024. Las tres son rivales porque luchan por un mismo objetivo. Pero, ante todo, se consideran amigas. El afecto se ha forjado gracias a la convivencia de los dos últimos años. Ahora, por diferentes motivos, dos de ellas seguirán compartiendo su día a día, mientras que una tercera, la más joven, cambia de ubicación.
Hasta el pasado mes de diciembre, Polina Berezina, Noa Ros y Lucía González entrenaban en Valencia. Con el inicio del nuevo de año, las dos primeras han fijado su nuevo centro de operaciones en el Club Mabel de Benicarló, mientras que Lucía, la más joven de las tres, se ha trasladado al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde se ejercitará con otras componentes del equipo nacional de rítmica en la modalidad individual: las vascas Teresa Gorospe y Salma Solaun, y la turolense Alba Bautista. En este grupo tan selecto de seis gimnastas, están depositadas las esperanzas del deporte español para que la rítmica individual, ausente en los Juegos de Tokio, recupere presencia olímpica en París 2024.
Las primeras pistas serias llegarán a mediados de marzo. En ese momento, si la crisis sanitaria no lo impide, arrancarán las Copas del Mundo, eventos que, además, se sucederán de forma vertiginosa, casi sin solución de continuidad. Grecia, Pesaro, Sofía, Tashkent y Bakú. Estas son las 5 Copas del Mundo previstas en apenas mes y medio. A cada una de ellas, sólo puede ir una gimnasta en la modalidad individual. Lo lógico es que la Federación opte por las rotaciones. Al menos, por implicar al mayor número de deportistas en estos torneos de gran exigencia y nivel. Ya para junio, quedará el Campeonato de Europa en Israel. Y en septiembre, se celebrará el Campeonato del Mundo en Bulgaria. En estos dos últimos certámenes (tanto el continental, como el universal), la Federación puede desplazar a tres gimnastas.
Lo que pueda pasar a partir de ahora es una incógnita. Y más, con la aplicación del nuevo código. Es decir, de las nuevas reglas del juego, de los nuevos criterios y baremos de puntuación. Todo apunta a que se tiende hacia una rítmica más rápida, más física, en la que se va a valorar más la expresividad, la dificultad corporal. No obstante, habrá que esperar a las primeras competiciones para conocer más detalles sobre el cambio de código y su influencia real en los resultados.
Hasta finales del pasado año, Polina Berezina, de 24 años, ha sido la gran referencia nacional. En 2021, compitió en dos grandes eventos internacionales. Por una parte, firmó un excelente Campeonato de Europa, en el que no sólo no protagonizó la mejor actuación de su vida; además, rozó la clasificación para los Juegos de Tokio. Por otra, participó en el Mundial de Japón, torneo en el que no pudo ofrecer su mejor versión al no encontrarse en plenitud de condiciones físicas. Tras un periodo de reflexión, la gimnasta de origen ruso, pero afincada en la Comunitat Valenciana desde muy pequeña, ha optado por darse una nueva oportunidad para cumplir su sueño olímpico. “Lo voy a intentar. Sigo disfrutando con lo que hago. Mantengo las ganas y la motivación. Creo que estoy en plena madurez. No considero que ya haya llegado mi final… Es decir, no veo motivo para dejarlo”, explica Polina.
Por su parte, Noa Ros de 20 años, vuelve a sentirse a gimnasta. La deportista castellonense ha encadenado casi dos temporadas enteras sin competir. Y todo, por una compleja operación de cadera que se le practicó en diciembre de 2020. Reapareció el pasado mes de octubre con motivo del Grand Prix de Marbella. Pero no ha dicho su última palabra. “En España, tenemos un nivel altísimo. La competencia es feroz. Somos muchas compañeras luchando por lo mismo, lo cual, por cierto, es una gran noticia para nuestro deporte. Sea como sea, yo sigo soñando en grande. En 2022, tenemos un sinfín de eventos. En 2023, un Mundial en casa, en Valencia. Y en 2024, los Juegos de París. Cómo no ilusionarse”, expresa Noa.
Por último, la jovencísima Lucía González (Villajoyosa, 16 años) no se considera inferior a nadie. Su madurez y personalidad se lo impiden. “Confío mucho en mí. Y más, con el nuevo código, que, modestamente, creo que me puede favorecer. Espero ir a las Copas del Mundo, al Europeo y al Mundial. No creo que ser la más joven me perjudique. Al contrario. Estoy plenamente convencida de mis posibilidades en la carrera hacia los Juegos Olímpicos de París. Me veo con tantas opciones como el resto, porque, en teoría, todas partimos de cero”, señala Lucía.