Entre recuerdos vagos, imágenes difusas y evocaciones borrosas, Jaume Bernabéu Rico intenta reconstruir la increíble historia que protagonizó el pasado sábado en Málaga. El joven deportista FER (Castalla, Alicante, 19 años) viajó a la ciudad andaluza para disputar un European Open de judo, evento al que quería convertir en el punto de inflexión de una temporada nada fácil. Bernabéu (categoría de menos 60 kg) ganó los dos primeros combates. En el tercer cruce, en los cuartos de final, fue superado por el italiano Andrea Carlino. En el lance definitivo, un ippon, el judoca alicantino se golpeó su cabeza sobre el tatami. Fue un impacto duro. Tanto, que Jaume quedó inerte, inmóvil, inconsciente. Durante unos segundos, perdió el conocimiento.
Casi dos días después del percance, y no sin dificultades, Bernabéu trata de recomponer lo acontecido. “Del combate de cuartos, en el que sufrí el impacto, no recuerdo prácticamente nada. Sí tengo alguna imagen, aunque difusa, de los instantes posteriores. Para intentar reanimarme, Sugoi Uriarte y Shalva Khalabegashvili, mis entrenadores, me llevaron a la ducha. Tuvieron que ayudarme, porque yo, en ese momento, no era del todo autosuficiente. Sí me suena que tanto mis dos preparadores como una doctora hablaban de la posibilidad de que no continuara en la competición. Pero la opción de lograr una medalla de bronce en un European Open estaba por encima de todo. Yo me negaba a abandonar, aunque, sinceramente, de esa transición entre el golpe y la siguiente eliminatoria, me acuerdo de poco o de nada”, explica Jaume.
Pese a las dudas que generaba su estado, se impuso la obstinación de Bernabéu en retomar el evento. De regreso al tatami, el deportista FER afrontó los siguientes combates “desde la intuición, desde la memoria, desde los automatismos. Pero no había recuperado la consciencia por completo. Yo escuchaba las instrucciones que me transmitían Sugoi y Laura, pero, sinceramente, no las procesaba. Aunque esté mal que lo diga, competí a mi bola. Compararía la situación a un examen. Todo aquello que había estudiado y memorizado, lo proyecté sobre el tapiz. No sé cómo lo hice, pero lo hice. Gané el primer cruce de repesca y la contienda definitiva por el podio, y logré llevarme un bronce”, cuenta, orgulloso, Jaume, quien añade: “Para que no faltara de nada, disputé esos dos últimos combates con molestias en el tobillo izquierdo, una dolencia que también había sufrido en la famosa contienda de cuartos de final. La verdad es que la historia es muy especial”, afirma el deportista FER.
Poco a poco, Bernabéu fue recuperando la consciencia y la memoria. “Sí tengo recuerdos mucho más concretos del podio. La temporada no estaba, precisamente, llena de éxitos. Tenía que disfrutar el momento de recibir la medalla de bronce”, comenta, con ciertas dosis de humor, el joven deportista alicantino, quien, ya de regreso, se someterá a pruebas médicas, tanto del cerebro, como del tobillo. “Yo ya me encuentro bien. Espero que todo quede en una historia para contar en el futuro. Más que nada, porque, dentro de apenas 10 días, me espera el Campeonato de Europa sub-23 en Budapest. Y, con la moral que me ha dado esta medalla, voy a Hungría a por todas”, señala.
Oro en la Copa panamericana disputada en la República dominicana en el mes de abril, y quinto en el European Open de Croacia a principios de mayo, Bernabéu no había podido conseguir sus objetivos ni en el Campeonato de España junior, categoría de edad de la que ya se ha despedido, ni en las Copas de Europa desarrolladas en Praga, Rumania e Italia. Ahora, tras el bronce conquistado en Málaga, la temporada ya ofrece otro color. Y más, por la forma en que llegó el podio en la capital andaluza. Contra viento y marea. Frente a todo tipo de adversidades. De Jaume Bernabéu, estudiante del Grado de ADE en la Universitat Politècnica de Valencia, se sabía que era un judoca con mucho futuro. Ahora, se conocen muchas más cosas. Ha nacido un gladiador.