Saludos desde Sapporo. Es decir, saludos desde “la otra villa”. Os recuerdo que los maratonianos y los marchadores nos encontramos en Sapporo, una ciudad ubicada al norte de Japón, con una población de unos 2 millones de habitantes y situada a 1115 km de Tokio. Los organizadores decidieron ubicar en este enclave las pruebas de ruta y de larga distancia. Argumentaron que las condiciones serían más benignas, más suaves. Loable iniciativa, pero, qué queréis que os diga, este lugar también es una pequeña caldera. O una gran sauna. Veremos qué tal se nos da esta noche hora española, madrugada aquí en Japón, la prueba de 50 km marcha. Deseadme suerte. La voy a necesitar.
Nosotros fuimos los últimos en pisar Tokio. Llegamos el viernes 30 de julio. Estuvimos en la capital nipona y en la Villa 24 horas. Las justas para certificar que, en efecto, los Juegos Olímpicos son una pasada (no se me ocurre mejor expresión) y para captar imágenes muy especiales. Una foto con Pau Gasol y otra con los aros. En esta última, tuve que guardar cola. Por la noche, antes de acostarme y para desentumecer los músculos después de un viaje eterno e infernal, aún hice un suave entrenamiento por el perímetro que rodea a la Villa. Fue un momento emotivo. Me dije “sí, Luis, aquí estás, eres olímpico”.
Desde el sábado 31, estamos alojados en un hotel de Sapporo. No obstante, comemos y cenamos en un edificio anexo. Las medidas anti covid son estrictas. Sólo salimos para ejercitarnos. Nos entrenamos en el estadio que acogió los Juegos Olímpicos de invierno en el año 1972. No es que esté en muy buenas condiciones, pero no deja de ser un lugar histórico y emblemático. En otro momento, os hablaré de mi experiencia con los inodoros japoneses. Merecen un capítulo aparte. Y daría mucho juego.